¿Los videojuegos nos apartan de Dios?

Carlo Acutis y la responsabilidad de los gamers cristianos.

En los últimos años uno de los católicos que ha adquirido mayor atención del mundo es el beato Carlo Acutis, un joven aficionado a la programación y a la informática quien fue un católico devoto que puso gran parte de los esfuerzos de sus últimos años de vida en un proyecto de evangelización donde, de una manera extensamente documentada, elaboró una recopilación de milagros eucarísticos y apariciones marianas alrededor del mundo en un sitio web poco antes de fallecer con tan solo 15 años debido a una leucemia en el año 2006. 

Gran parte de las personas que lo conocieron en vida, incluida su madre y buena parte de su familia, aún viven y han contado bastante acerca de la vida de Carlo, un joven que además de tener una admirable fe y dedicación a la Iglesia desde que era un niño, fue un jóven carismático y altruista que pese a su corta vida dejó un legado positivo en el mundo y dio sus últimos años a un proyecto de evangelización que aún hoy inspira a muchos. 

Carlo Acutis fue beatificado en el año 2020 tras un milagro atribuido a su intercesión en el cual un niño en Brasil se curó inexplicablemente en su totalidad de una enfermedad congénita del páncreas, lo que hizo que su historia llegara a ser bastante conocida gracias a Internet y en el 2022 hubo otro milagro atribuido a su intercesión donde una joven costarricense se curó de las heridas de un accidente donde los médicos no fueron nada positivos con las posibilidades de que lograra recuperarse y lograr vivir.

Ese segundo milagro atribuido a su intercesión más el impacto que ha tenido en conversiones al cristianismo y la inspiración que ha dado a muchos católicos en estos años (incluidos proyectos de evangelización digitales inspirados en el sitio web de Carlo Acutis que se puede decir fue adelantado a su tiempo) ha hecho que ese joven oriundo de Italia esté el próximo año en camino a ser canonizado por la Iglesia y sería, tal como dicen muchos, nuestro primer “santo millenial”.

Sin duda, la historia de Carlo Acutis es muy interesante dado que es un joven que vivió en la misma época en que nosotros y que gracias al Internet y que hay muchas personas, amigos y familiares que lo conocieron en vida y cuentan a detalle sobre el legado que dejó en ellos y las personas que lo rodeaban, lo sentimos mucho más cercano que muchos santos que vivieron hace varias décadas, muchos siglos o quizá incluso hace más de mil años o más, aunque no se discute su gran importancia y santidad. Ese es probablemente el motivo por el que ha llegado a tantas personas en la época digital, pues parece un amigo que tú pudiste tener en tu infancia o adolescencia que tenía intereses y vivencias con las que tú te puedes sentir identificado y familiar. Carlo vivió en nuestra época y su proyecto de evangelización fue por Internet.

Hay bastante información sobre la vida, legado y obras de Carlo Acutis en Internet que recomiendo buscar y leer, pero en este caso no quisiera hablar tanto de ese tema, sino de una reflexión sobre una faceta de Carlo con la que muchos católicos y jóvenes se han identificado, y es que tenía afición por los videojuegos.

Al escribir sobre Carlo Acutis hay publicaciones católicas que se han referido a él como “el santo de los gamers” o como “un santo gamer” y se hace cierta alusión recurrente a esa afición al lado de la informática. Aunque no dudo que con buenas intenciones, pues tratan de apelar a jóvenes que actualmente se identifican con Carlo al haber tenido como ellos estos pasatiempos y aficiones, muchas veces se olvida no solo que Acutis tenía cierta postura crítica con los videojuegos sino que fuera de ello hay una reflexión importante que tenemos que hacer como católicos y en particular si somos aficionados a los videojuegos o cualquier otra afición o pasatiempo geek o friki como las películas, las series, el animé, los cómics, y demás.

Muchos al ver el título de este post pueden pensar que es una afirmación mojigata, cuadrada y también ignorante el preguntar si un gamer se aparta de Dios como si jugar videojuegos fuera un acto pecaminoso, inmoral o hasta satánico.

Tranquilos, no va por allí la idea que intento compartirles. Como ustedes, yo también crecí escuchando esas molestas críticas de fanáticos religiosos contra Pokemón, Yugioh, Harry Potter, el colmo de la ignorancia al ir incluso tras la trilogía de El Señor de los Anillos, bandas de rock y metal y videojuegos en general donde decían (usualmente exhibiendo una completa ignorancia sobre el medio a un nivel donde ya era ridículo) que eran casi que creaciones del diablo para reclutar jóvenes y niños a sectas satánicas, tipo aquellos videos virales de las predicas del pastor Josué Yrión de hace muchos años donde daba risa todo lo que se inventaba en la marcha y hasta mintiendo descaradamente a sus seguidores en un sermón donde trataba de vender la idea de que jugar cartas de Yugioh y Pokemón te convertía en psicópata y un seguidor del mal y que las cartas estaban llenas de mensajes submiminales. Ejemplos así hay muchos alrededor de los años casi cada vez que alguna franquicia de fantasía, ciencia ficción o una nueva tecnología como los videojuegos se vuelven más populares.

Sí, la gran mayoría de esas personas hacen el ridículo y cualquiera que tenga un mínimo conocimiento sabe que exageran, se inventan cosas y no saben realmente de qué hablan y sus sermones son absurdos.

No, no pienso que los videojuegos sean satánicos ni que el animé o Harry Potter o la fantasía lo sea. Podemos debatir acerca de si tal juego, serie o película realmente aportan o no a nuestras vidas con sus mensajes, personajes o sus historias y si nos dan o no buenas lecciones para nuestras vidas o nuestro crecimiento personal, pero aunque claramente hay contenido que puede ser entretenido pero no nos aporta nada como personas o que incluso pueden hasta promover ideas o conceptos incorrectos o celebrarlos y debemos tener cuidado, eso no quiere decir que sean satánicos o que estemos en riesgo de perder virtud solo por jugar un juego, ver una película o una serie.

Tampoco quiero decir que una película, serie o videojuego con contenido o una historia y personajes violentos y oscuros no puedan tener incluso buenas moralejas o reflexiones.

A lo que me refiero es que los videojuegos y en general cualquier pasatiempo al que le dedicamos una cantidad de tiempo muy alta todos los días sí pueden alejarnos de Dios, del camino de la virtud, el desarrollo personal y el carácter heróico y es a base de un concepto presente en economía y es el costo de oportunidad.

Cada vez que decidimos dedicarle tiempo o dinero a algo es a costa de otras que podrían ser más valiosas y eso es algo que hacemos todo el tiempo de forma consciente e inconsciente sin pensar mucho. Y deberíamos poner mucha atención sobre a qué le damos valor en esas decisiones, dado que muchas veces es contra nuestro desarrollo como personas y en cosas más útiles.

Por ejemplo, cuando estaba en secundaria uno de los videojuegos que más me engancharon al punto en que pasaba casi todas mis horas libres frente al control por una temporada fue Fallout 3, y cuando obtuve las expansiones el que ya de por sí era un juego enorme y rebosado de cosas por ver y hacer y un mundo y mitología muy interesantes se volvió un juego de rol que me atrapó como pocos títulos. La cantidad de libertad que tenías para desarrollar al personaje incluso pudiendo moldear su carácter moral y que gran parte de la historia se modificada según tus decisiones y que había un mundo post apocalíptico gigantesco lleno de cosas por descubrir y donde se sentía que casi cualquier cosa podía pasar mientras ibas explorando eran algo que nunca había visto y no podía parar de jugar. Creo que a mi personaje principal le di unas 90 horas de mi vida y si bien no niego que me divertí y fue un gran videojuego que aún hoy veo como uno de mis preferidos, al hacer números la verdad es que uno se queda reflexionando si valió la pena.

Cosas que habría podido hacer con esas 90 horas:

1. Leer 15-20 libros: Si consideramos que un lector promedio lee entre 200 y 300 palabras por minuto, y un libro promedio tiene alrededor de 300 páginas, podría haber leído aproximadamente entre 15 y 20 libros en ese tiempo. Me habría podido leer varias obras clave de la literatura universal y eso habría dado un aporte muy grande a mi cultura general e incluso me habría inspirado a pulir más mis propios intereses tos por redactar novelas.

2. Haber aprendido lo básico de un idioma: 

Si bien varias de las apps más conocidas no existían en ese tiempo o eran muy básicas, usando apps como Duolingo o tomando lecciones en una academia, podría haber alcanzado un nivel básico en un idioma nuevo, como aprender a tener conversaciones simples en francés, alemán o japonés.

3. Completar un curso en línea: pude haber tomado un curso o diplomado o varios de cosas útiles que me ha rían servido para mucho tiempo.

4. Hacer 45-50 sesiones de ejercicio: Asumiendo que cada sesión de ejercicio fuera de entre 1 y 2 horas, habría podido hacer entre 45 y 50 sesiones de gimnasio o entrenamientos físicos, lo que podría haber resultado en mejoras significativas en mi fuerza o resistencia. O habría aprendido mucho mejor a practicar un deporte.

5. Aprender a tocar un instrumento musical: En 90 horas, podría haber aprendido a tocar una canción compleja en la guitarra o piano si le dedicaba tiempo a la práctica diaria.

6. Escribir una novela corta o varios cuentos: podría haber utilizado esas 90 horas para escribir una novela corta o una serie de cuentos, dedicando tiempo a crear personajes y tramas.

7. Voluntariado: Podría haber dedicado 90 horas a un proyecto de voluntariado, como ayudar en una organización comunitaria, refugio de animales o enseñanza a niños, lo que habría tenido un impacto positivo tanto en mí como en la comunidad.

Y todo esto sin mencionar en absoluto lo que tiene que ver con la espiritualidad y la religión o inclusive haber pasado esas 90 horas con mi familia o con mis amigos.

Lo que más preocupa es que Fallout 3 fue solo un juego: si hago los cálculos de todos los que he jugado en mi vida y todas las horas que pasé y aún todavía paso ante una pantalla creo que me sentiría bastante mal por el tiempo que no dediqué a algo mucho más útil e importante para mí y para los demás. Para Dios también.

Claro, existen videojuegos que tienen historias muy bellas y mensajes profundos que incluso pueden inspirarnos a ser mejores personas o reflexionar sobre nuestra vida, pero a veces hay que pensar si ese mismo mensaje no lo habríamos tenido mucho más rápido y de forma más precisa y detallada leyendo un libro que nos tomaría mucho menos tiempo.

Sí, los videojuegos han sido un medio muy bueno para contar ciertas historias que no tendrían el mismo efecto en otro medio como el cine o la literatura, pero aunque pueda ver sus lados positivos y sus méritos como arte eso no quiere decir que no vea hoy que el costo de oportunidad es muy alto.

Tampoco quiero decir que no debemos tener tiempo para entretenernos, pero hay que estar conscientes de lo que se deja atrás, y eso es algo que muchas veces no hacemos.

¿Cuantas veces nos da pereza o nos es tan cansado usar unos 5 minutos para orar y dar gracias a Dios en nuestro día y dar una plegaria pero que no tengamos ningún inconveniente en una hora más de juego o una búsqueda o nivel más aún a altas horas de la noche cuando ya tenemos sueño?

Nos da fastidio usar un par de horas de nuestro domingo u otro día libre en ir a la Iglesia para asistir a misa o leer algún libro o escuchar un podcast o un blog sobre nuestra fe y la forma de desarrollarla, pero no tenemos problema en pasar más de 6 horas jugando.

¿Cuanto dinero no gastamos en comprar juegos, ediciones de coleccionista y mercancía pero nos pesa dar algo de nuestro dinero a caridad o para ayudar directamente a una persona sin techo, sin comida o medicina? ¿Cuánto tiempo pasamos ayudando a los demás a comparación del qué pasamos jugando videojuegos solos ante una pantalla?

Y si no quieres verlo desde desde ese ángulo de la religión, velo en el ejercicio que no haces, todo lo que no aprendes, todo lo que no convives con familia y amigos y todo lo que dejas ir en tu desarrollo como persona.

Lo mismo va para el animé, para las películas, para los cómics y las series de televisión. Es demasiado lo que dejamos atrás.

Carlo Acutis jugaba videojuegos y parece que le gustaba Halo y Pokemón, pero lo que es interesante es que su familia comenta que limitaba el tiempo que jugaba a una hora y no al día… por semana.

Y el motivo parece ser que es porque tuvo esa misma reflexión, todo lo que dejaba de hacer, a todos los que dejaba de ayudar, aprender y evangelizar si no controlaba su pasatiempo.

Con esto no quiero decir que dejen de jugar videojuegos, pero si el tiempo al que le dedicamos supera por mucho el que dedicamos a Dios, la fe, el desarrollo de la virtud y un carácter cristiano y el ayudar a los demás y dejar, como Carlo, un legado positivo en el mundo, sí nos alejan de Dios.