
El poder de decidir entre el bien y el mal:
Algunos de los protagonistas más memorables y queridos por el público en la cultura popular son los antihéroes: un personaje que, aunque a grandes rasgos es un personaje con cierta brújula y código moral y que en última instancia hace el bien o lucha contra los villanos, tiene características que no son tradicionalmente asociadas a un héroe.
El antihéroe se caracteriza por tener una moralidad gris bastante flexible a sus necesidades, tener ciertas posturas maquiavélicas como recurrir a crimen, violencia e incluso la fuerza letal si los ayuda a conseguir sus objetivos o derrotar a los malvados o que incluso vean cómo un daño colateral aceptable que algunos inocentes sufran o incluso mueran en medio del conflicto o hasta estén dispuestos a abandonar su empatía y sus códigos morales en ciertos momentos clave si lo ven necesario.
Los antihéroes por varios momentos están muy cerca de actuar como los villanos contra los que luchan, estando constantemente al borde de volverse uno de ellos pero sin llegar a cruzar un límite de no retorno y, en última instancia, sus objetivos involucran luchar o derrotar a los villanos, aunque sus medios no sean precisamente heróicos, morales o correctos.
Sin duda son personajes fascinantes: The Punisher, Spawn, Rorschach, El Cuervo, Deadpool, V e incluso ciertas representaciones de Batman o Wolverine por mencionar algunos. Son personajes con un gran desarrollo y arco que nos han dado muchas historias interesantes y complejas, pero hoy no venimos a hablar de un antihéroe, sino de uno que muchas veces es metido en ese saco pero que realmente no lo es.
Hay pocos, pero aunque de momento no conozca un término que los defina, hay héroes que tienen superficialmente el aspecto de antihéroes pero que en realidad son, con matices claro está, mucho más heroicos que los personajes que solemos asociar a los antihéroes.
Una de las lecciones más valiosas que hay en las historias sobre crecimiento personal y desarrollo de un carácter heroico, son aquellas donde nuestro protagonista fue entrenado o hasta creado con el objetivo de ser un villano y un gran monstruo que provocara o fuera clave para sembrar el caos, sufrimiento y la maldad pero que, incluso iendo en contra de su propia “naturaleza” o su programación para ser un villano, él decide por voluntad propia rebelarse contra el rol o papel para el que fue asignado y condicionado y abrazar el camino del héroe luchando contra el mal no solo encarnado en un villano, sino que también como el triunfo de una cruenta batalla interior por redefinir quién es él a través de la decisión de abandonar y rechazar un camino que sabe que conduce hacia el mal y probar que no está atado ni a sus orígenes ni tampoco a lo que otros esperaban y querían que se convirtiera.
Esto nos lleva a Hellboy, el protagonista de la película del mismo nombre del 2004 interpretado por Ron Perlman y dirigida por la gran mente creativa de Guillermo del Toro como una adaptación de uno de los cómics independientes más importantes de la cultura popular.
“Hellboy”… un protagonista que tiene por nombre “chico infierno” o “chico infernal” no pareciera ser nada cercano a la idea de el nombre de un héroe, y sin duda su historia de origen no ayuda: cerca del final de la Segunda Guerra Mundial, la desesperación por el Tercer Reich de ganar una guerra que cada vez más veían como una derrota inevitable los llevó a buscar un nuevo as bajo la manga o un nuevo tipo de arma que les diera una ventaja que cambiara el rumbo de la guerra recurriendo a combinar ciencia con ocultismo, magia negra y el mundo sobrenatural.
Contando con la ayuda de un poderoso místico siniestro llamado Rasputín (basado en la verdadera figura histórica de Grigori Rasputín), los nazis logran crear un portal hacia una oscura dimensión sobrenatural, desde donde esperan convocar a antiguas y poderosas deidades malignas para de alguna forma controlarlas y usarlas como arma para la guerra. Ignorado por los nazis, Rasputín en realidad buscaba convocar a una deidad malévola que tenía como propósito la destrucción de la humanidad y este vio la tecnología y apoyo de los alemanes como una oportunidad de abrir el portal para sus propios fines.
Sin embargo, la noche en que los nazis y Rasputín tratan de abrir el portal, son emboscados por un grupo de soldados aliados guiados por el profesor Trevor Bruttenholm – el consejero de temas paranormales del presidente Roosevelt durante la guerra – que logran detener a tiempo la apertura del portal antes de que este se abra definitivamente y conecte esa dimensión oscura con nuestro mundo, Rasputín muriendo en el acto. El portal estuvo abierto por unos momentos y, como temía el profesor, algo logró cruzar a este mundo: un pequeño bebé de piel roja, cuernos, cola y una extraña mano de piedra.
Casi cualquiera habría tratado de destruir inmediatamente a esa criatura, pero el profesor tuvo otra idea.
El catolicismo del profesor Broom:
El profesor Broom, prácticamente al inicio de la película, intenta repartir rosarios entre los soldados como un poderoso objeto de protección contra las fuerzas malignas. Habrá quienes dirán que, si bien el profesor Broom afirma ser un católico entre las que son varias de sus convicciones espirituales – dando a entender que también toma otras religiones como parte de su fe – llama la atención que al momento de enfrentar manifestaciones demoníacas y siniestras recurra particularmente al rosario y no a otro objeto religioso, siendo implícito que tiene la convicción de que no hay otro más efectivo que aquel que representa de los más importantes rezos católicos.
Cuando Broom encuentra aquel niño, su piel roja, cuernos, su extraña mano de piedra y la certeza que salió de una dimensión que está dominada por lo que el profesor llama sin duda “demonios ancestrales”, no habría sido difícil imaginar que habría tratado de matar a esa criatura. Pero, pese a su apariencia y su origen, al ver que era inofensivo y no parecía tener ninguna intención de lastimar o atacar a nadie y su comportamiento era como el de un niño pequeño, Broom decide acogerlo y lo adopta como si fuese su propio hijo. Debido a su apariencia, los soldados le dan por nombre al niño “Hellboy”.
Uno pensaría qué tal vez la maldad se manifestaría conforme pasaran los años, pero no fue precisamente así: de adulto, aunque si bien tiene una actitud rebelde, es algo testarudo y orgulloso e incluso a veces un poco arrogante, la educación y formación del profesor dio frutos y Hellboy se dedica con gusto a combatir a seres y entidades malignas sobrenaturales como miembro de una organización secreta del gobierno que defiende a la humanidad contra seres paranormales junto a otros humanos con poderes, como Abe Sapien, una especie de hombre pez que es extremadamente inteligente y muy bueno para captar presencias malignas y Liz Sherman, una joven con un pasado difícil que trata de controlar sus destructivos poderes de fuego y que es el interés romántico de Hellboy.
Aunque no se llega a explorar con detalle, el “chico infernal” no solo rechaza por completo sus orígenes demoniacos y trata en todo lo posible ser considerado como un humano, sino que también se da a entender que tiene las mismas creencias católicas de su padre adoptivo, llevando consigo un rosario casi todo el tiempo y usando objetos de santos como amuletos o armas en contra de seres siniestros que incluso fabrica él mismo.
Es bastante interesante ver a un personaje que fue creado para ser un demonio decidiendo voluntariamente rechazar su origen demoniaco y que además aparentemente abrace como salvador al que es la completa antítesis de lo que él y sus orígenes son.
Sin embargo, el conflicto de la película arranca cuando los seguidores de Rasputín logran revivirlo con magia negra y este comienza un plan para lograr el objetivo de volver a abrir el portal y tiene un particular interés en llegar a Hellboy. Es así como Hellboy con ayuda de sus compañeros de la organización y el profesor Broom buscarán respuestas para acabar con el siniestro monje y sus esbirros.
A continuación nos vamos a adentrar en terreno de spoilers pero es necesario para hablar sobre el mensaje de la película. Si no la han visto, pueden ir por las palomitas y una vez terminen podemos seguir a partir de acá.
Tras buscar varias pistas que den con Rasputín y unos demoníacos monstruos a su servicio llamados Sammael, el profesor Bloom es sorprendido a solas en su oficina por Rasputín junto a su asesino de confianza y tiene una conversación donde este le revela la verdad: Hellboy es un demonio cuyo verdadero nombre es Anung Un Rama (que significa “y sobre su frente está puesta una corona de flamas”) que fue creado para ser la pieza clave de un oscuro ritual para abrir un portal hacia la dimensión de los demonios ancestrales que llegarán a nuestro mundo a destruir a la humanidad.
Sin embargo, esto era algo que el profesor ya sabía y antes de morir a manos de Rasputín solo podía esperar que su hijo adoptivo lograra tomar la elección correcta y reconocer el camino de Rasputín como lo que es: el mal.
Rasputín incluso le dice a el profesor que si él hubiera destruido a Hellboy cuando lo encontró no hubiera habido algún riesgo de que el tratara de llevar a cabo su plan, pero él siguió decidido no solo a confiar en Hellboy, insistiendo no solo rechazar su nombre real, sino que también llamarlo “hijo”, dando a entender que ante sus ojos él no es un demonio.
Uno de los personajes principales de la película es el agente Myers, un joven novato en la organización que el profesor Broom escogió personalmente para asistir a Hellboy en sus misiones, hacerle compañía y tratar de poner ciertos límites a su lado más rebelde. Y no era solo un mero asunto de trabajo: el profesor Broom estaba muriendo de cáncer y necesitaba de alguien que tratara de ayudar a Hellboy a mantener su código moral y su humanidad cuando él muera.
Cuando Myers trata de renunciar al ver que no se lleva nada bien con el chico infernal y que entablar una amistad parecía un caso perdido, el profesor le pide que no se vaya y que siga intentando, diciendo “Nació demonio, no puedes cambiar eso, pero puedes ayudarlo, en esencia, a convertirse en un hombre”. La esencia puede ser dos cosas: el contenido de su carácter y su alma. Broom sabe el origen demoniaco de Hellboy, pero él tiene la convicción y la fe de que eso no definirá qué es ni quién es como persona.
La película es una cinta de acción, fantasía y ciencia ficción entretenida de principio a fin con personajes memorables, Ron Perlman en uno de sus mejores papeles y una historia interesante que es considerada una de las películas clave en la filmografía de Guillermo del Toro, quien fue fan de los cómics originales de Hellboy y tuvo un entendimiento bastante profundo del protagonista que incluso se mantuvo muy en sintonía con el autor del cómic, Mike Mignola.
Aunque la película no es perfecta y tiene uno que otro defecto, el mensaje es bastante profundo y uno de los mejores para tocar una lección que, si bien bellamente explorada en otras películas como la genial El Gigante de Hierro, tiene el plus de ser una película de técnicamente sobre un súper héroe implícitamente católico que es bastante único.
Gran parte del conflicto personal de Hellboy es la percepción que tiene el mundo sobre él y los esfuerzos que hace por mostrar que se equivocan: la mayoría de personas lo ven como un ser peligroso y amenazante y un monstruo, no solo por su apariencia física, sino que también por la asociación que tiene con los demonios y el diablo por la forma en que se ve y sus orígenes. Por ello, Hellboy se lima los cuernos para tratar de verse como un hombre normal en la medida de lo posible, rechaza por completo la noción de considerarse a sí mismo como un demonio, trata de ser considerado como un humano, batalla contra las criaturas malignas e incluso, aunque tal vez de forma superficial, tiene la misma fe católica que profesa su padre adoptivo.

Y Hellboy no es ciego ante el hecho de que esa religión algo tiene que aterra a los demonios y los seres malignos: en la película uno de los principales demonios que enfrenta Hellboy es una siniestra criatura llamada Sammael que fue llamada con magia negra por Rasputín pero se menciona que la criatura técnicamente es inmortal y no hay forma de destruirla.
En la película se menciona que hace muchísimos años religiosos católicos fueron los que lograron contener a Sammael (no confundir con el ángel bíblico del mismo nombre) para mantenerlo alejado de la humanidad y su esencia fue encerrada dentro de una estatua de San Dionisio Areopagita dando a entender que esa imagen religiosa logra mantener a raya el poder de esa criatura. Hellboy también crea balas contra entidades malignas que están mezcladas con agua bendita, el profesor Broom que es una enciclopedia viviente de demonología y criaturas paranormales no se aparta un solo minuto de su rosario y como audiencia vemos que cuando Abe Sapien se encuentra con un Sammael estos solo comenzaron a atacarlo cuando se despegó de un amuleto de San Dionisio de París.
También llama la atención que Rasputín quiere traer a la tierra a los “los siete dioses del caos” y afirma que de la ceniza del mundo destruido por los demonios “resurgirá un nuevo Edén” o un paraíso en la tierra.
Los siete dioses del caos puede ser una referencia a los 7 pecados capitales, pero también esos mismos 7 pecados capitales son lo opuesto a lo que son las siete virtudes católicas.
Regresando a la trama, en el momento en que asesinan al profesor, Hellboy no se aparta de su rosario, tal como lo hacía su padre adoptivo pero en medio de esa pérdida él y sus compañeros caen en una trampa de Rasputín e inicia parte más tensa: En el clímax de la película, Rasputín captura a Hellboy y, usando a Liz para forzarlo a cumplir su propósito como demonio amenazando con no solo matarla sino que también arrebatar su alma, nuestro protagonista finalmente acepta a regañadientes convertirse en la clave para abrir las puertas hacia la dimensión oscura donde habitan esos ancestrales demonios que planean destruir a la humanidad. Hellboy comienza a abrir la puerta, sus cuernos vuelven a crecer y toma una apariencia demoniaca alejada de su humanidad estando en una especie de transe o resignado a cumplir su “destino” y los demonios empiezan a prepararse para entrar a nuestro mundo.
Sin embargo, cuando Hellboy está a un solo paso más de abrir definitivamente la puerta, el agente Myers logra liberarse y, lanzándole de regreso a su mano El Rosario de su padre que le arrebató Rasputín, Myers le grita a Hellboy “no olvides quién eres tú”. Al sostener el rosario, la cruz quema la piel de Hellboy y le hace una cicatriz en su mano con esa forma, observando con atención ese símbolo y Rasputín empieza a temer que el chico infernal esté entrando en duda.
Rasputín trata de disuadir a Hellboy de regresar al camino del bien afirmando que no vale la pena salvar a la humanidad, pero luego, Myers dice algo que define la la lección de la película:
“Puedes elegir. Tu padre te dejó ese legado”. Aunque claro que la referencia es al profesor Broom, es totalmente compatible también como referencia al libre albedrío, el poder que tenemos de decidir entre el bien y el mal como seres humanos.
Intuyendo el conflicto interior por el que pasaba, Rasputín trata de ordenarle a Hellboy a gritos que continúe abriendo el portal a la dimensión oscura, pero cuando ve nuevamente la cicatriz en forma de cruz en su mano, finalmente, como un enorme acto simbólico de la elección que tomó, Hellboy se rebela y se arranca con fuerza ambos cuernos haciendo que el portal vuelve a cerrarse, impidiendo la entrada de los demonios.
Rasputín, encolerizado al ver que su plan no funcionó, le pregunta a Hellboy “¿Qué haz hecho?” y este responde con gran determinación “Elegí”. A lo que da comienzo una batalla final donde Rasputín finalmente pierde toda su humanidad y se transforma en un demonio y Hellboy se convierte en un héroe que no solo salva al mundo y a su amada Liz, sino que también a sí mismo rebelándose por decisión propia contra el destino que trataron de imponerle y abrazando el camino de la virtud que odian los demonios que lo crearon.
Las palabras finales de Myers cierran la película con broche de oro: “Qué es lo que hace a un hombre, un hombre? Un amigo se lo preguntó. ¿Es su origen? ¿Cómo nace y crece? No lo creo. Son las decisiones que toma. No cómo inicia las cosas… sino cómo decide terminarlas.”
El arzobispo católico estadounidense Fulton Sheen, quién fue muy conocido por hacer excelentes prédicas en radio y televisión y que en los últimos años sus entretenidas y accesibles prédicas se han vuelto muy populares en internet al enseñar a jóvenes muchos conceptos de teología, fe y crecimiento personal en base al pensamiento católico tenía un dicho muy interesante:
Todo pecador es capaz de ser un gran santo y todo santo es capaz de convertirse en un gran pecador. Por tanto, el secreto del desarrollo de carácter es entender este poder que reside en cada uno de nosotros para el bien y para el mal.
En el contexto de la película y en parte importante también en la vida real, aquello que convierte a alguien en un demonio no es haber nacido como uno, sino la decisión de servir (consciente o inconscientemente) al mal y abrazar sus códigos y rechazar o hasta aborrecer el camino de la virtud.
Esto se ve bastante al comparar a Hellboy con Rasputín: el último nació como un humano pero poco a poco degeneró su mente y su espíritu perdiendo su virtud y su humanidad al servir a los demonios mientras que Hellboy, teniendo orígenes demoniacos, logra irónicamente ser más humano que Rasputín manteniendo su convicción hacia el bien y rechazando el camino del mal y la degeneración de la humanidad y del espíritu.
El libro de Juan en el versículo 3,16 menciona directamente que, sin importar tus orígenes ni tu pasado ni quien seas o hayas sido, Dios te dará vida eterna y te dará una gran fuerza y fortaleza con la cual no podrás ser derrotado por las fuerzas del mal si crees en el Hijo, lo que implica no solo creer en Él, sino que también abraces el camino de la virtud y el auténtico crecimiento personal hacia un carácter heroico.
Consejo para vencer dragones 1: La mitad de la batalla está ganada si tienes la voluntad y determinación de enfrentarte al dragón. Incluso el decidir comenzar a entrenar para derrotar a uno ya anuncia que al dragón ya no le espera una pelea fácil y teme ser derrotado.
Dragón a enfrentar en esta semana: el dragón del pasado tú y de tus orígenes.
Incluso si consideras que tuviste orígenes o un pasado del que no te enorgulleces o por mucho tiempo seguiste ideologías o creencias equivocadas u otras personas esperaban que tú fueras o te condicionaron o formaron para seguir un camino alejado de la virtud, no estás obligado a continuar allí, puedes romper esa cadena y nada de eso define quién eres… Lo que te define son tus acciones y tus decisiones, y aún así te equivocaste o tuviste orígenes o un pasado turbulento, si tú lo decides puedes dejar ir la forma de vivir y tus antiguas creencias o las creencias que alguien más trató de imponer en ti y de ahora en adelante comenzarás un proceso donde renacerás mental y espiritualmente como un héroe y una persona de virtud capaz de reconocer y enfrentar el mal y que ahora transita el camino correcto.
No pienses que no eres digno de estar en las filas de Dios o de pertenecer a la iglesia… Independientemente de nuestro pasado ninguno realmente somos dignos, pero Jesús murió en la cruz por ti, Dios Dios a su único hijo por tu salvación y Él considera que sí eres digno. Lo que tienes que hacer para comenzar a derrotar a ese dragón es decidir vivir de acuerdo a las enseñanzas y el camino de crecimiento personal y espiritual trazado por Él y no sólo tendrás virtud y dicha, sino que también te convertirás en un hombre o una mujer capaz de enfrentar el mal y hacer prevalecer el bien edificando el carácter del héroe.
Y hay un plus en todo eso: a veces aquellos que solían estar cercanos al mundo de la oscuridad tienen una experiencia invaluable que los hace aún más perspicaces que aquellos que nunca estuvieron dentro de ese mundo y , por tanto, tienen una ventaja para reconocer más rápido la maldad y las creencias equivocadas y quizá incluso tener una perspectiva interesante y valiosa de cómo enfrentarlo.
Efesios 4,22-24; 6, 13-14