Madoka Magica y Cristianismo: las afecciones desordenadas

El camino al sufrimiento y la corrupción a través de los deseos.

 En algún momento de nuestras vidas seguro leímos o disfrutamos alguna historia o cuento o mito sobre algún ser mágico o sobrenatural que puede conceder deseos, ya sea un genio o un mago, hadas madrinas, pozos mágicos, siete esferas, algunos en términos más modernos dirían que ganarse la lotería o incluso casos mucho más oscuros como pactos con seres malignos donde el deseo se concede a cambio del alma y/o un sufrimiento futuro.

Son historias fascinantes para muchos de nosotros, particularmente cuando somos pequeños: imaginar todo lo que podríamos desear o necesitar y obtenerlo al instante, sean cosas triviales y caprichos hasta cosas mucho más profundas y complejas, es una fantasía que, siendo sinceros, todos hemos tenido alguna vez.

Sin embargo, muchas de estas historias tienen de lección que debemos ser cuidadosos con los que deseamos porque las consecuencias o resultados pueden ser unos muy impredecibles que pueden tener aspectos negativos y oscuros si no lo meditamos bien antes de pedirlos y hay otras donde los deseos mismos son paulatinamente el camino al sufrimiento, la autodestrucción y la corrupción moral y espiritual, aún si el deseo era algo basado en buenas intenciones o que no implicaran lastimar a nadie o a uno mismo.

El día de hoy nos pondremos una tanto otakus y hablaremos acerca de una de las series de animé más aclamadas de los últimos 20 años, particularmente por la calidad de su historia y por lo profundas, reflexivas y complejas que son sus temáticas y personajes: Puella Magi Madoka Magica y todos los paralelos que tiene en su mensaje con el cristianismo y, en este caso a discutir, las afecciones desordenadas de San Ignacio de Loyola y los peligros del materialismo, el apego, el aferro y los deseos como causa del sufrimiento, la pérdida de virtud y hasta la caída en desgracia que puede experimentar alguien.

Madoka Magica cuenta la historia de Madoka y Sayaka, dos niñas que un día encuentran a una criatura parecida a un gato llamada Kyubey que les revela que el mundo está siendo acechado y corrompido por unos siniestros seres abstractos llamados “brujas” – imperceptibles a las personas comunes – que provocan en los humanos sufrimiento y angustia afectando sus mentes y sentimientos. Sin embargo, hay niñas con poderes mágicos que pueden percibir a las brujas y son capaces de combatirlas y poder derrotarlas. Es así como Kyubey le propone a Madoka y Sayaka que hagan un pacto con él: si aceptan convertirse en niñas mágicas y combaten a las brujas que amenazan a los humanos en el mundo, les concederá cualquier deseo que ellas quieran.

Sin embargo, hay una nueva y misteriosa estudiante en el instituto de Madoka y Sayaka llamada Homura que, a pesar de ser una de estas niñas mágicas, le advierte encarecidamente a ambas amigas que no hagan un pacto con esa criatura, especialmente a Madoka, y está determinada en impedir que lo hagan por razones desconocidas pero que dan a entender que el pacto tiene implicaciones cuyos peligros van más allá que lo que Kyubey está dispuesto a contar.

Más temprano que tarde, Madoka y Sayaka se dan cuenta que ser una niña mágica, lejos de ser una vida llena de aventuras emocionantes donde serán como súper heroínas luchando contra el mal con sus poderes mágicos, conlleva una vida llena de sufrimiento y angustia donde no solo tendrán que combatir contra esas peligrosas criaturas por el resto de sus vidas, sino que también tarde o temprano van a morir en combate o se convertirán en brujas cuando lidien con las consecuencias de sus deseos y se corrompan tras ya no poder soportar el sufrimiento que les causó el camino que eligieron.

Y eso se retrata muy bien en las razones que llevaron a las niñas mágicas a hacer sus pactos con Kyubey y las consecuencias que tuvieron para ellas el deseo que pidieron y también, como discutiremos más tarde, la agenda real que tiene Kyubey sobre porqué hace lo que hace con esas niñas.

Pactos faustianos:

En primer lugar, hablemos de Mami Tomoe: Mami es la primera niña mágica que conocen Madoka y Sayaka y se trata de una joven con un buen corazón que genuinamente está tratando de luchar por el bien y para salvar a los humanos de las brujas de forma desinteresada y parece tener bastante habilidad luchando contra esos seres. Viendo que Madoka y Sayaka estaban indecisas sobre pedir o no un deseo, Mami decide llevarlas con ella en sus misiones para que observen cómo es el trabajo de una niña mágica y explicarles a qué se enfrentan y lo que tienen que hacer y también por un interés en tener amistad y camaradería con las dos.

Cuando Mami conoció a Kyubey unos años atrás, había sido la única superviviente de un accidente de tránsito donde murieron sus padres y, estando herida y asustada por el peligro de morir, le pidió sin pensar a Kyubey el deseo de que la salvara de morir en el accidente. El extraño gato cumplió con su deseo, pero pese a que Mami logró sobrevivir por un buen tiempo luchando contra las brujas y mantuvo bastante resilencia y un corazón bondadoso, Mami ahora vive una vida donde tras su sonrisa, afabilidad y fuerza hay una niña que vive triste y en profunda soledad.

Debido a su nuevo deber de luchar contras las brujas y todo el tiempo y esfuerzo que le conlleva, Mami terminó viviendo autoaislándose de la sociedad sin querer, por lo mismo es marginada por los demás y sus pares por considerar que es una niña rara y asocial al punto en que prácticamente no tiene amigos, ya no le queda familia y, pese a que sobrevivió, está sola y no tiene a nadie en su vida. Poco antes de la que sería su última batalla contra una de las brujas, Madoka ve su bondad y fortaleza con admiración y, viendo lo mucho que Mami necesita una amiga, le ofrece su amistad y la acepta como es con todo su corazón, pero justo cuando Mami había encontrado ahora una luz al final del túnel y sentir por primera vez en mucho tiempo felicidad, muere en combate enfrentando una bruja a la que subestimó lo poderosa que era por estar tan contenta y por tanto distraída por tener una nueva amiga. Y no termina allí… dado que murió en esas circunstancias no dejó un cuerpo y, a excepción de Madoka, Sayaka y Homura, nadie en todo el mundo pareciera siquiera percatarse de que haya desaparecido y no hay prácticamente nadie que llore y lamente su pérdida, como si no hubiera vivido.

Ahora hablemos del caso de Kyoko: la chica era hija de una especie de predicador que había sido excomulgado por una iglesia protestante y al que casi nadie escuchaba y por lo mismo estaba viviendo junto a su familia al borde de la pobreza. Viendo los problemas económicos por los que pasaba su familia y viendo la tristeza y angustia de su padre al frustrarse de que nadie escuchaba sus prédicas por más que tuviera buenas intenciones de ayudar a los demás, Kyoko decide que su deseo sea que las personas escuchen a su padre. Por un tiempo, las cosas parecieran salir bien: el padre de Kyoko se convierte en un predicador muy popular al que grandes cantidades de personas van a escuchar, su situación económica y su salud mental mejoran considerablemente y pareciera que tendrán una familia feliz.

Kyoko incluso pensaba que ella estaría formando un equipo con su padre: ella combatiría contra las brujas para mantener a salvo a las personas del mal y su padre guiaría a las personas a vivir una vida feliz y en virtud. Sin embargo, un día el padre de Kyoko descubre todo lo que hizo su hija y, lejos de alegrarse o conmoverse, entra en miedo, tristeza e ira al considerar que el pacto que hizo su hija fue una aberración y se horroriza al pensar que la gente solo lo está escuchando por el pacto que su hija hizo con una criatura posiblemente maligna. Rápidamente, el padre cae en depresión y alcoholismo, un día entra en frenesí y mata a su esposa y a la hermana menor de Kyoko y se suicida, siendo Kyoko la única que sobrevivió de toda su familia.

Kyoko, lamentando el fin de su familia y las consecuencias que trajeron su deseo pensando en que lo que hizo, aunque fue con buenas intenciones, fue sin saber qué era lo que realmente quería o necesitaba su familia o si estarían de acuerdo con su deseo, y con eso en mente, jura que no volverá a usar su magia en beneficio de nadie, más que el de ella misma, llegando a la conclusión de que los deseos pedidos o la magia usada en beneficio de otros conduce al sufrimiento de esas personas y de uno mismo y es un esfuerzo inútil. Sin embargo, Kyoko en el camino se convirtió en una persona profundamente egoísta y fría que no solo perdió casi todo su espíritu de bondad y su vocación por ayudar a los demás, sino que incluso alguien que valora poco la vida humana, se burla de la moral, el altruismo y la compasión de los demás y que ya solo se dedica pragmáticamente a sobrevivir y distraerse lo más que puede con placeres mundanos sin ningún propósito real en la vida, ni ninguna relación con significado ni tampoco intenciones de mejorar como persona o tener crecimiento personal. Y lo triste es que cuando comenzó a volver a recuperar su compasión y valorar el ayudar a los demás de manera altruista llega a su muerte.

Sayaka, quien era la mejor amiga de Madoka, tenía un amigo llamado Kyousuke que conocía desde que eran pequeños y del cual ella estaba enamorada en secreto. Kyousuke era un prodigio para el violín y tenía el potencial de convertirse en un violinista muy talentoso, pero un día tuvo un accidente donde su brazo quedó en tan mal estado que pese a los tratamientos e intervenciones médicas nada parecía funcionar, al punto en que Kyousuke entró en depresión al ver que era posible que no volvería a tocar el violín, perdiendo el sueño de dedicarse a su pasión, que era la música. Teniendo ya una idea de que convertirse en niña mágica traería consecuencia tras la muerte de Mami pero igual estando conmovida por su carácter heroico y queriendo ser como ella, Sayaka decide hacer igual su pacto con Kyubey y elige como deseo la sanación del brazo de Kyousuke y este experimenta una inexplicable mejora donde logra volver a tocar el violín. A su vez, Sayaka quería genuinamente pelear para proteger a las personas de las brujas y tenía intenciones de luchar contra el mal, aceptando su nueva vida como niña mágica con bastante idealismo.

Sin embargo, aunque el deseo en apariencia era altruista, Sayaka en el fondo quería que de alguna forma Kyousuke supiera que su recuperación tuvo algo que ver con ella y que, conmovido por eso, se diera cuenta de lo tanto que lo ha apoyado con todos los actos de afecto, servicio y atenciones que tuvo con él y correspondiera sus sentimientos románticos. Sin embargo, Sayaka estaba en negación de que, incluso antes de que pidiera su deseo, Kyousuke ni siquiera parecía valorarla gran cosa como amiga y no pareció nunca mostrar genuinos sentimientos de agradecimiento por su apoyo y amistad.

Tras descubrir no solo que Kyousuke no corresponde sus sentimientos sino que incluso se enamoró de alguien más y también acerca de la naturaleza de lo que quiere Kyubey en realidad, Sayaka entra en una crisis existencial y personal donde trata de luchar contra la verdad de que probablemente no era tan altruista y desinteresada como ella pensaba y que su deseo fue un error, entrando en negación y decidiendo proteger a toda costa (incluso de dañarse a ella misma y a los demás) el concepto de sí misma como una joven llena de rectitud y auto sacrificio en lugar de aceptar sus errores como persona y mejorar y a su vez contemplando con horror la deshumanización que implica convertirse en una niña mágica al entender más a fondo lo que Kyubey pretende de ella y sus compañeras.

Sayaka al principio no solo era la niña la más positiva y alegre sino que también la que tenía más vocación de llevar a cabo su deber con heroísmo y la que tenía más principios y valores morales de todas y la que más aspiraba a luchar por el bien. Tras lidiar con las consecuencias de sus deseos Sayaka termina apartando a todos de su vida, se convierte en una niña deprimida, sola y emocionalmente quebrada que se está destruyendo a sí misma disfrazándolo de un falso heroísmo y que rechaza la ayuda de quienes quieren tratar de salvarla, se autodesprecia pero al mismo tiempo se refugia en una soberbia moral que es en realidad la máscara de que ha perdido su carácter heroico genuino y ha corrompido sus valores y principios haciendo que se sienta inferior y superior a los demás al mismo tiempo. Siente que ya no le queda propósito en la vida, ni causa ni persona a quién proteger, Sayaka se corrompe por completo y termina convertida en lo que ella quería derrotar: una bruja que ahora trae angustia y sufrimiento a los demás y que amenaza y desprecia incluso a quienes quería proteger y apreciaba. Y lo más trágico es que cuando comenzó a darse cuenta del error que había cometido ya era demasiado tarde.

Por último, tenemos el que es uno de los personajes más importantes de la serie y hay quienes consideran que es la verdadera protagonista de la historia: Homura Akemi. Homura era una niña tímida, insegura y con baja autoestima que, tras pasar un largo tiempo enferma, regresó a estudiar a la escuela y fue en su primer día que conoció a Madoka, quedando profundamente conmovida ante alguien que, a diferencia del resto, la había tratado con amabilidad e interés y la aceptó tal como era ofreciéndole su amistad sincera. Homura tenía dificultades para socializar, no era tan buena para los estudios como los demás y por una enfermedad cardiaca tenía dificultad para hacer deporte, lo que hacía que, sumado a su timidez y su personalidad un tanto melancólica fuera marginada por los demás estudiantes.

Un día donde se sentía particularmente deprimida y rechazada por los demás sintiendo que ella no tenía ninguna virtud y nadie veía nada bueno en ella y estando en una enorme soledad y tristeza empieza a escuchar ciertas voces en su cabeza que tratan de inducirla al suicidio, pero cuando ya estaba cerca de hacerles caso, nota que su entorno cambia y ve en persona a una bruja que estaba influyendo sus pensamientos con sufrimiento y angustia, y poco después ve a Madoka y Mami rescatándola y luchando con alegría, determinación y heroísmo dispuestas a ponerse en peligro para ayudarla. Madoka y Mami logran salvar a Homura y derrotar a la bruja y las tres comienzan a volverse amigas muy cercanas luego de explicarle a Homura que son niñas mágicas que luchan contra el mal y protegen a los humanos de la influencia de las brujas, alentando a Homura a que se una a ellas también haciendo un pacto con Kyubey.

Homura acompaña a Mami y Madoka en sus misiones pero sin ser todavía una niña mágica, dado que aún no sabía qué pedir como deseo. Si embargo, una noche en la que Mami y Madoka se enfrentan a una poderosa bruja conocida como La Noche de Walpurgis, ninguna de las dos logró poder derrotarla y ambas mueren durante la batalla, recordando Homura con gran sentimiento que poco antes de morir Madoka le dijo de que le alegraba tener una amiga como ella y que una de las cosas de las que más orgullosa estaba era de haber podido salvar su vida.

Destrozada por la muerte de Mami y en especial la de Madoka y no pudiendo aceptar su pérdida y el dolor de vivir sin ella, Homura decide que su deseo sea el volver a repetir su primer encuentro con Madoka y ser ella quien la proteja esta vez. Homura se convierte en niña mágica y obtiene el poder de viajar en el tiempo, volviendo al primer día en que conoció a Madoka y esforzándose al máximo para desarrollar sus habilidades para derrotar a las brujas para luchar junto a ella y ser capaz de protegerla de la Noche de Walpurgis, haciendo ese primer intento con bastante alegría y confianza. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, Homura no logra salvar a Madoka y decide volver en el tiempo otra vez a hacer las cosas de manera diferente pero tampoco logra salvar a su mejor amiga de morir esa noche, inclusive teniendo que pasar por el dolor y trauma de darle una muerte piadosa para impedir que se convierta en una bruja. Es entonces que, a petición de Madoka antes de morir, Homura decide cambiar de estrategia y volver en el tiempo o viajar hacia otra línea temporal donde Madoka no haya aceptado todavía convertirse en niña mágica y opta por tratar de convencerla a ella y si es posible a sus otras compañeras de no aceptar el pacto con Kyubey, prometiendo que, sin importar cuantas veces tenga que repetirlo, no dejará que Madoka pelee ni sufra o muera por hacer un pacto con Kyubey, determinada a que algún día logre poder salvarla.

Pero sin importar cuanto trate, Madoka vuelve a aceptar un pacto con Kyubey y o muere o se transforma en bruja y Homura pasa incontables veces repitiendo el mismo mes una y otra vez viendo a Madoka y a sus amigas sufrir y morir, invadida por la culpa de no poder prevenirlo, desesperada por no poder encontrar una manera de lograrlo y su deseo se termina convirtiendo en una obsesión donde Homura pasa de ser la niña tímida e insegura pero bondadosa que era y que vio esperanza en sus nuevas amigas y conmovida por el carácter heroico y altruista de Madoka y pasa a convertirse en una niña fría, emocionalmente distante y sola que ha perdido casi toda su capacidad de sentir empatía, compasión y esperanza junto a su vocación por luchar contra el mal y siente que ya no tiene nada en la vida más allá de intentar salvar a Madoka, perdiendo cierta humanidad y manteniendo reprimida una enorme cantidad de dolor, angustia y sufrimiento.

Lo peor es que su obsesión y las consecuencias de su deseo no solo llegaron a corromperla a ella, sino que de hecho empeoró la situación de Madoka. 

Debido a que pasó saltando alrededor de muchas líneas temporales donde los eventos se modificaron alrededor de Madoka, Homura sin querer hizo que con cada intento fallido de salvarla y viajar hacia el pasado o a otra línea temporal a repetir el proceso hiciera que poco a poco el potencial mágico de Madoka fuera cada vez más grande y Homura provocó sin saberlo que su amiga, si acepta el pacto, se convierta en la niña mágica más poderosa de la historia, lo que implica algo bastante oscuro: se convertirá en la bruja más poderosa que haya existido también, una tan poderosa que la cantidad de energía negativa que podrían obtener de su transformación es tan grande que Kyubey y su especie comienzan rápidamente a tomar un enorme interés en ella para que haga un pacto y todo fue debido al deseo y pacto de Homura, que al enterarse de esto se horroriza al ver que tratando de detener la muerte de Madoka o que se convirtiera en bruja durante la llegada de la Noche de Walpurgis terminó provocando que fuera un destino prácticamente inevitable con consecuencias atroces para ella y para todos.

Es en la última de estas líneas temporales y el último intento de Homura por volver en el tiempo y prevenir que Madoka haga un pacto con Kyubey que nuestra historia toma lugar.

Si vemos con atención, las cuatro niñas que eligieron hacer un pacto con Kyubey y pedir un deseo siguieron este ciclo:

  1. Tras pedir un deseo que creen que las hará felices o les dará lo que necesitan en su vida, las cuatro niñas sintieron una inicial sensación de alegría y gozo, estando muy contentas con su decisión.
  2. La sensación inicial no dura mucho tiempo y comienzan a experimentar las consecuencias de haber dado sus vidas a cambio de ese deseo a nivel interno y externo.
  3. Empiezan a experimentar un gran sufrimiento y angustia y terminan sucumbiendo a estos convertidas en brujas o corrompiéndose hasta perder gran parte de la virtud, bondad, alegría y esperanza que una vez tuvieron.
  4. Todas quedan arrepentidas de su deseo y están en un ciclo donde la ruina personal y de aquellos quienes las rodean es inevitable.

Y ¿qué hay de Madoka? ¿Qué es lo que ella hizo al ver las consecuencias de los deseos de sus amigas y compañeras? ¿Qué es lo que hizo al descubrir qué es lo que quería Kyubey?

En un rato lo discutimos.

Las afecciones desordenadas y el camino al sufrimiento a través de los deseos:

San Ignacio de Loyola advirtió que una de las cosas que más nos alejan de la virtud, el carácter heroico y el crecimiento personal son las afecciones desordenadas. Se tratan de apegos y aferramientos muy intensos a cosas, personas, lugares, actividades o ideas que concentran nuestras energías y consumen nuestra atención y nuestro tiempo en algo que, consciente o inconsciente, llegamos a ver cómo de vital importancia en nuestras vidas y como una condición irrenunciable e imprescindible para nuestra felicidad o para sentirnos completos. 

Las afecciones desordenadas llegan a convertirse en una parte central de nuestra vida y adquiere sin que nos podamos dar cuenta la condición de una necesidad intensa haciendo que rechacemos cualquier cosa que la cuestione o nos aleje de ella y abracemos cualquier cosa que nos acerque a ella y nos refuerce la creencia de que entregarnos por completo a ese apego o aferramiento es lo que necesitamos para ser felices, volviéndose una obsesión donde queremos obtener algo, no perder algo o hacer que algo no cambie y controlarlo. Es la entrega al materialismo.

Muchas personas asocian el término “materialismo” con la codicia y la obsesión por bienes o dinero pero en la enseñanza católica el concepto se extiende a cualquier apego o aferramiento que nos distrae de buscar crecimiento personal y espiritual y la voluntad de Dios, pues las afecciones se vuelven desordenadas cuando hacen que pongamos a todo lo anterior como algo secundario en nuestra vida y pongamos el objeto de nuestro apego y aferramiento como la parte central de nuestras energías, atención, tiempo y pensamientos y lo consideremos como necesario e incondicional para nuestra felicidad y nuestra vida, lo que lleva en última instancia al sufrimiento y el vacío espiritual.

San Ignacio de Loyola reconocía que los humanos tenemos la tendencia natural de desarrollar apego a muchas cosas en la vida – por ejemplo nuestras relaciones con personas que queremos y estimamos, las posesiones, las ambiciones o hasta ideas y creencias personales – y si bien esos apegos no son necesariamente malos y pueden ser buenos y hasta ayudarnos a ser mejores personas (como un hombre que iba en malos pasos en su vida decidiendo abandonar malos hábitos, relaciones o creencias por el amor a su familia) es peligroso cuando debilitan nuestra alineación con la virtud, el carácter heroico y el crecimiento espiritual, personal y nuestra relación con Dios, particularmente cuando esos apegos y afecciones cruzan el límite de que ya no solo ponen a lo anterior en segundo plano en nuestras vidas, sino que nos impulsan a cometer malas acciones que causan sufrimiento y mal a los demás y a nosotros mismos, pues nuestros apegos se han vuelto tan intensos que ya superan incluso nuestra convicción en los códigos morales de lo que es correcto y no y hasta de los llamados de nuestra consciencia. Por ejemplo, una persona que llega a tener un apego tan intenso por el dinero que llega un punto donde ya esté dispuesto a cometer acciones como engañar, robar y explotar a los demás o hasta cosas peores para adquirir dinero, aún si ya sabe que lo que hace está mal, pues su apego por dinero es tan grande que toma prioridad sobre la moral.

El pecado, especialmente cuando sabemos que está mal, es en buena medida la idea consciente de que “sé que Dios no quiere y desaprueba lo que quiero hacer y sé que no es bueno ni es correcto y me aleja de Él y de el camino de la virtud, pero aún así haré lo que yo quiero hacer y no lo que Dios quiere que yo haga”.

De hecho, las afecciones desordenadas son gran parte del centro de la caída personal y el sufrimiento de una persona tanto en la vida real como en muchas grandes historias de nuestra cultura como Crimen y Castigo de Dostoyevsky, Otelo de Shakespeare, El Gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald o en varias historias donde, por ejemplo, el protagonista es víctima de una injusticia o mal a manos de los villanos e inicia una búsqueda de venganza y justicia donde poco a poco acaba transformándose en un ser tan oscuro y corrompido como los villanos que le hicieron daño a él o a sus seres queridos.

Si ponemos atención, todo personaje en ficción ya sea en películas, novelas, cine o series inicia el camino a su caída y corrupción personal debido a un apego y aferramiento muy intenso que acaba consumiendo sus vidas, tal como pasa en la realidad y todos en mayor o menor medida hemos tenido afecciones desordenadas.

Loyola lo discute con detalle en Ejercicios Espirituales y nos alienta a que examinemos nuestros apegos con cuidado y veamos si nos alejan de la virtud y de Dios y cuales nos acercan, aconsejando que si un apego o afección, sea cual sea y sin importar que sea aparentemente bueno o inocente, le comenzamos a dar más valor e importancia que a nuestra relación con Dios y el camino de la virtud y del héroe, se puede volver un obstáculo y un peligro y, si están presentes en nuestras vidas, reconocer el peligro que representan y dejarlos ir cuando se vuelven malos para nuestro crecimiento personal y espiritual.

El objetivo de Loyola era que nosotros reconociéramos la naturaleza de nuestros apegos y liberarnos a nosotros mismos de lo que nos aleja del camino de la virtud y crear un espacio para una relación más profunda con Dios y un entendimiento más claro de Su voluntad.

Las afecciones desordenadas son muy parecidas al concepto que tienen los budistas de tanha y dukkha (sed y sufrimiento respectivamente), donde una de las ideas centrales de Siddharta Gautama era que el sufrimiento en la vida tiene como principal causa el apego, el deseo y el aferramiento a todo lo que es transitorio, impermanente y sujeto al cambio.

Gautama pensaba que los humanos tenemos miedo y aversión al sufrimiento tanto físico como mental y que tenemos un profundo miedo a la separación o la pérdida de lo que amamos o nos hace sentir felices y tenemos miedo a no conseguir lo que deseamos o que las experiencias o los sentimientos que nos dan alegría pierdan su intensidad. La mayoría de personas no pueden aceptar que los objetos de sus apegos y deseos, por más profundos que sean para ellos, son impermanentes y transitorios, ya que los consideran de vital importancia para su felicidad y no pueden renunciar a ellos. Tienen una obsesión intensa por el objeto de sus deseos y sus apegos y quieren controlarlos y que sean permanentes, no queriendo que se extingan, cambien o se debiliten.

Gautama igual decía que, incluso si el objeto de apego nunca cambiara y se mantuviera como queremos, nosotros tarde o temprano sí cambiaremos y nuestro apego puede disminuir o probablemente irse hacia otra cosa, así que la permanencia sería de igual forma inútil.

Al principio, cuando una persona obtiene lo que desea, experimenta una enorme sensación de gozo, alegría y placer. Pero una vez que lo tienen llega un momento donde descubren que no cumple con sus expectativas, poco a poco el efecto de alegría y satisfacción que les dio al principio se comienza a debilitar, notan que el objeto de su apego y deseo cambia tarde o temprano de una forma que les incomoda o disgusta o simplemente se dan cuenta que de hecho no los había hecho felices y no llenaba un vació que tenían que subestimaron lo complejo que era en realidad, viendo que no terminó ni con sus carencias, ni conflictos internos ni con su sufrimiento ni su insatisfacción en la vida. Entre más trataban de controlar su objeto de deseo, más sufrían porque irónicamente el mismo objeto de sus apegos y aferramiento los acabaron controlando a ellos y se volvieron esclavos de sus deseos.

Lamentablemente varios aprenden por las malas de que tratar de forzar la permanencia de los objetos de sus deseos o la intensidad de sus efectos iniciales cuando esa ilusión ya se ha roto solo los lleva a descender a una espiral de más sufrimiento.

Si hay algo que lo ves como de vital y decisiva importancia para tu felicidad y crees que sin ello nunca podrás ser feliz, inevitablemente te verás aferrado a ese objeto de una forma intensa y obsesiva, y para no perderlo, rechazarás todo lo que pueda separarte de ello y eventualmente, de forma tanto inconsciente como consciente serás capaz de dañarte a ti mismo y a quienes te rodean para obtenerlo o no perderlo. Es una consecuencia razonable el decir que si decides aferrarte hasta la completa dependencia de apegos que no son permanentes y son transitorios, perecerás en búsqueda de su permanencia y de no perderlos, y tu mismo deseo te consumirá.

En esta vida habrá cosas que querrás más que a nada en el mundo, pero un día tendrás que encontrar la fuerza para escoger tu propia felicidad y ser la persona que tú y tus seres amados necesitan por encima de esos sueños y más cuando al perseguirlos solo haz encontrado sufrimiento.

Parafraseando a San Agustín de Hipona, las personas están dispuestas a ignorar o hasta odiar la verdad por el bien de aquello mismo que aman en lugar de la verdad. La aman cuando brilla cálidamente sobre ellos y es conveniente, pero la odian cuando les reprende y les hace enfrentar la realidad del camino que han elegido.

Ahora, volviendo a Madoka Magica, el camino de la caída personal y la corrupción de las cuatro niñas es acertado con lo descrito por San Ignacio de Loyola y todas fueron motivadas por afecciones desordenadas, particularmente Homura.

Fausto y Mefistófeles – la caída y la posibilidad de redención.

En varias culturas hay mitos y folclore que advirtieren sobre los peligros de desear cosas sin pensar en las consecuencias o que invitan a cuestionar la naturaleza de los deseos, como por ejemplo los djinn en las tradiciones de Oriente Medio, básicamente poderosos seres sobrenaturales que pueden cumplir deseos pero que pueden tener también una naturaleza malévola, benévola o neutra, particularmente famosos por la historia de Aladino y la Lámpara Maravillosa, donde las historias de los humanos que cumplen sus deseos con un genio tienen reflexiones de que estos pueden llevar a sufrimiento y lamentar su decisión aún cuando creían que era lo que necesitaban.

Otra historia famosa es el cuento de la Pata de Mono de W. W. Jacobs, donde los deseos se cumplen pero con consecuencias negativas y trágicas.

Sin embargo, Madoka Magica de hecho tiene mucha de su temática basada en la historia de Fausto y Mefistófeles, particularmente la versión de Goethe que es la más conocida.

Fausto es un académico insatisfecho con su vida que anhela conocimiento y poder más allá de lo humano. Notando su insatisfacción y ambiciones, un demonio llamado Mefistófeles se fija en él y le ofrece que, a cambio de su alma, cumplirá sus deseos. Este pacto implica que Mefistófeles servirá a Fausto durante su vida en la Tierra, pero una vez que Fausto muera, su alma pertenecerá al diablo.

Seducido por la promesa de conocimiento ilimitado y placeres mundanos, acepta el pacto. Fausto hace uso de sus deseos para obtener riqueza, poder y el amor de una joven llamada Margarita. Sin embargo, cada deseo concedido por Mefistófeles lleva consigo consecuencias trágicas a él y a la gente que lo rodea, poco a poco invadido por la culpa y el remordimiento, en particular todo lo relacionado con Margarita.

A medida que Fausto sigue buscando la satisfacción de sus deseos, se encuentra atrapado en un ciclo de insatisfacción y sufrimiento. Comienza a perder su sentido de humanidad y empatía y se vuelve cada vez más insensible a las necesidades y sufrimientos de los demás, priorizando sus propios deseos sobre todo. Esta pérdida de conexión con su humanidad lo hace sentirse vacío y desesperado y sus acciones egoístas y su búsqueda desenfrenada de placeres terrenales lo llevan a la desdicha y la corrupción personal consumido por su ambición desmedida y su deseo de poder, cayendo en la desesperación y la degeneración y se da cuenta tarde de que el precio de sus deseos ha sido la pérdida de su alma y la destrucción de su ser.

A pesar de obtener conocimiento, poder y placeres terrenales, sigue sintiendo un profundo vacío interior y una falta de significado en su vida. Se da cuenta de que sus deseos no pueden satisfacer su anhelo espiritual y que ha perdido de vista lo que realmente importa en la vida.

Fausto continúa su búsqueda de conocimiento y significado en el mundo y a través de sus experiencias y reflexiones, llega a comprender la importancia del amor, la compasión y la búsqueda del bien en contraposición a la búsqueda egoísta de poder y placer. Es así como inicia un proceso de distintas acciones que buscan el bien humano y el avance de la sociedad, buscando redimirse y dejar un legado positivo en el mundo.

Fausto experimenta un profundo arrepentimiento por sus acciones pasadas y sus errores. Reconoce el sufrimiento que ha causado a otros, especialmente a Margarita y su familia, y busca la reconciliación y el perdón. Este arrepentimiento sincero es un paso crucial hacia su redención y, en el clímax de la obra, Fausto está al borde de la desesperación y la condenación. Sin embargo, en un momento de gracia divina, Dios interviene y perdona a Fausto por su arrepentimiento y por sus acciones altruistas. A través de la misericordia divina, Fausto es redimido y su alma es salvada del infierno.

Sin embargo, hay versiones anteriores a Goethe donde el protagonista no logra redimirse.

Madoka Magica tiene varios elementos alusivos a Fausto, incluso pasajes y nombres como La Noche de Walpurgis. Kyubey es Mefistófeles y las cuatro chicas versiones con matices de Fausto siendo la misma dinámica.

¿Qué quiere Kyubey?

Aunque es un tanto complicado y tiene que ver bastante con temas como la termodinámica y la entropía junto con la hipótesis de la muerte térmica del universo, básicamente Kyubey es un poderoso extraterrestre interdimensional cuya especie de alguna manera logra convertir en una poderosa fuente de energía las emociones negativas de las personas y de las niñas mágicas creando un bucle cruel e interminable de sufrimiento y angustia basado en lo siguiente:

  1. Las brujas y otros seres parecidos pero menos poderosos conocidos como “familiares” que están a su servicio influyen en las mentes de las personas y provocan o aumentan sentimientos y emociones negativas extendiendo el sufrimiento, la tristeza, la angustia, la ira, el miedo y demás. Los humanos en ese estado extienden esos estados mentales hacia los demás o los impulsa a cometer cosas que provoquen en los demás esos sentimientos y emociones negativas y entre más haya, las brujas se vuelven más poderosas y por tanto tienen más energía que Kyubey y esos seres interdimensionales pueden usar.
  2. Sin embargo, para obtener esa energía, Kyubey necesita que esas brujas sean derrotadas en combate dado que una vez que se vuelven muy débiles estas se transforman en una especie de joya llamada “grief seed” que contiene su esencia y toda su energía. Una vez que las brujas están en ese estado, Kyubey puede recolectar su energía. 
  3. Alguien tiene que derrotar a las brujas para convertirlas en grief seeds, por lo que Kyubey necesita que ciertos humanos hagan el trabajo sucio y su elección es formar un pacto con ellos donde, a cambio de un deseo (pues algún incentivo necesita para que acepten) él extrae sus almas y las deposita en unas joyas esféricas llamadas “soul gem” que las chicas mágicas llevan consigo para que puedan permanecer vivas incluso si sus cuerpos físicos experimentan daños que matarían a cualquier humano normal. Transformarse en niñas mágicas les da poderes mágicos para luchar con las brujas que están en cierta forma relacionados con el deseo que pidieron, pueden aguantar una cantidad de daño físico mayor que una persona promedio y son capaces de percibir y enfrentar a las brujas y reducirlas a grief seeds.
  4. A medida que pelean contra las brujas o su estado mental se deteriora por cualquier causa, las niñas mágicas experimentan sentimientos y emociones negativas que poco a poco van oscureciendo y corrompiendo sus soul gems. La única forma de limpiarlas y regresarlas a la normalidad es derrotando brujas, dado que transfieren sus propias emociones y sentimientos negativos acumulados (energía para Kyubey) a la grief seed de las brujas limpiando sus soul gems. Si la soul gem de una niña mágica se oscurece y se corrompe demasiado, las soul gems se transforman en grief seeds y las niñas mágicas se transforman en brujas, un proceso que aparentemente es irreversible y donde pierden toda humanidad y sí, básicamente su alma.
  5. El ciclo ya comienza a ser más claro: todas las brujas que las niñas mágicas enfrentan fueron humanas una vez y todas ellas fueron niñas mágicas que eventualmente cayeron en un enorme sufrimiento y angustia donde perdieron toda esperanza. Si pelear contra las brujas no corrompe su soul gem en las batallas, lo hará tarde o temprano las consecuencias de sus deseos y aún si de alguna forma logran sobrevivir, habrá varias más que no podrán. Incluso si Madoka y sus amigas y compañeras pudieran eliminar a todas las brujas, sin grief seeds no podrán limpiar sus soul gems y tarde o temprano se van a convertir en brujas.
  6. En resumen: las brujas crean y expanden emociones y sentimientos negativos en los humanos y estas se vuelven más fuertes entre más angustia y sufrimiento provoquen, lo que se traduce en más energía. Kyubey crea niñas mágicas convenciéndolas a que acepten hacer un pacto con él a cambio de un deseo y estas derrotan a dichas brujas y pueden recolectar su energía para él. Al derrotar a las brujas las niñas mágicas pueden seguir peleando y recolectando energía por un tiempo indefinido. Las niñas mágicas tarde o temprano se convierten en brujas a medida que acumulan emociones y sentimientos negativos ya sea que se los provoque luchar contra brujas o por las consecuencias de sus deseos en sus vidas. Allí tienes todo para un bucle de generar energía que es potencialmente infinito para la especie de Kyubey. 
  7. La lógica es que las emociones y sentimientos negativos de los humanos son lo único que no obedece a las leyes de la termodinámica porque las emociones negativas son mucho más poderosas que la cantidad de “energía” necesaria para producirlas. Por ejemplo, algo tan sencillo como unas palabras crueles que duraron segundos y técnicamente un esfuerzo casi nulo para que la persona las dijera pueden provocar una enorme cantidad de sufrimiento o angustia a una persona. Por tanto, para la especie de Kyubey, las emociones y sentimientos negativos son una fuente de energía eficiente.

Aunque Kyubey tiene cierta comprensión de la mente humana por la experiencia de interactuar con seres de este mundo por muchos años, es una criatura con una inteligencia pragmática y fría casi carente de emociones que, si bien no es exactamente un ser malvado, cruel o sádico, es incapaz de sentir empatía o compasión y no tiene realmente un concepto de valor por la vida humana. Para él y su especie, hacer todo esto es algo lógico y justificable dado que previene la muerte térmica del universo.

La decisión de Madoka:

Ahora hablemos de Madoka: nuestra protagonista es una chica de buen corazón que siente que no tiene mayor cualidad o virtud, quizá no sintiendo por ello tristeza o frustración pero sí pensando que es muy ordinaria y que desearía tener algo qué ofrecer a los demás teniendo a su alrededor a amigas o compañeras que tienen cualidades que estima. 

Quizá era en cierto sentido la más débil de carácter de las cinco niñas, pero no se puede negar que era la más afable y altruista queriendo evitar el sufrimiento de los demás y buscando luchar por el bien y para salvar a las personas de las brujas. Aunque se desconoce qué deseos pidió en las otras líneas temporales donde hizo un pacto con Kyubey, en la última línea temporal donde toma lugar la historia es quizá donde Madoka llega a tener una comprensión completa de todo lo que implican los pactos a cambio de los deseos, las consecuencias que tuvo ese pacto a nivel interno y externo en sus amigas y compañeras, el enorme sufrimiento que experimentaron debido a sus deseos terminando incluso con sus vidas, todo lo que Homura perdió tratando de prevenir su corrupción o muerte, lo que Kyubey quiere en realidad y que la angustia y el sufrimiento hasta la perdición total de todas las niñas mágicas es inevitable y todo lo que también implica para personas inocentes que son víctimas de las brujas en ese ciclo que no parece tener fin y de donde no hay salida.

Al final de la historia, Homura ve en vano que sus esfuerzos nuevamente no lograron evitar que Madoka decida hacer un pacto con Kyubey… pero esta vez las cosas fueron distintas. 

Si bien hubo varias veces donde Madoka fue alentada a acelerar pedir su deseo, decidió procesar esa decisión empleando mucha paciencia y reflexión hasta que, bien informada sobre todo lo que conlleva, hizo con su deseo un enorme sacrificio altruista: 

“Quiero eliminar a todas las brujas antes de que nazcan. Las de todos los universos, incluyendo las del pasado y las del futuro… con mis propias manos. Quiero que las niñas que un día tuvieron esperanza, ya no lloren… que sonrían hasta el final. Por eso… ¡voy a cambiar las reglas que lo impiden! ¡Voy a cambiarlas! ¡Este es mi deseo!”.

Al desear esto, Madoka cambia completamente las reglas de ese universo y salva a todas las niñas mágicas que existieron, existen o existirán de convertirse en brujas no solo evitando que corran todas ese destino, sino que también salva a toda la humanidad de la influencia de las brujas. Sin embargo, a cambio de ese deseo, Madoka terminó ascendiendo a otro plano existencial donde si bien continúa de una u otra forma velando por las niñas mágicas y la humanidad, ya no está físicamente en el mundo y no quedó rastro ni recuerdo de que haya existido y trascendió a ser una especie de poderoso espíritu benévolo que trae esperanza e inspira a luchar por el bien y la virtud con heroísmo.

Homura terminó siendo la única que aún conserva recuerdos de Madoka y, aunque si bien aún lamenta su pérdida y que ya no podrá estar con ella y aún hay rastros de su afección desordenada, Homura, inspirada por el sacrificio de Madoka y el amor que tuvo por la humanidad y el mundo que siempre quiso proteger a toda costa del sufrimiento y la angustia, retoma su camino como niña mágica, decidiendo luchar por dejar un legado positivo en el mundo y ser la fuente de esperanza y heroísmo que Madoka quería que ella fuera para los demás, volviendo a tomar el camino de luchar contra el mal y vivir según los ideales que su amiga valoraba en un mundo donde ella ya no está físicamente pero espiritualmente aún la guía y vela por ella.

La decisión de Madoka y su efecto en el mundo de esa historia es usualmente comparada con el sacrificio y misterio pascual de Jesús, y aunque ciertamente tiene paralelos temáticos, es también una buena alegoría sobre la vida de los santos y su carácter heroico: personas de distinto trasfondo que dieron su vida no por afecciones desordenadas, sino por Cristo y vivir según Sus enseñanzas y sabiduría y usaron su tiempo para seguir Su ejemplo lo mejor que podían luchando por la virtud, el bien y ayudando al prójimo luchando por salvar a las personas del mal, el pecado, enseñar las lecciones de Cristo guiando a sus hermanos y hermanas a vivir en virtud y cultivar un carácter heroico y luchar por la dignidad humana de quienes más lo necesitan.

Si bien Homura y compañía ya no pelean contra brujas, ahora han surgido unos seres más o menos similares llamados wraiths que también extienden sufrimiento y angustia en los humanos influenciando negativamente en sus mentes y sentimientos, ahora todas las niñas mágicas ya están salvadas de convertirse en brujas y eso también implica que a diferencia de las brujas los wraiths ya no son infinitos, por lo que algún día, gracias al labor heroico de ellas, se terminará la amenaza de esos seres a la humanidad.

Volviendo a los paralelos con el catolicismo, la muerte y resurrección de Jesús efectivamente vencieron el pecado y la muerte, pero los efectos del pecado aún persisten en el mundo. Entonces, si bien el sacrificio de Jesús ofrece salvación, los humanos todavía vivimos en un mundo caído donde existe el mal. Los cristianos están llamados a vivir de una manera que refleje las enseñanzas de Jesús, que incluye resistir el mal y promover el bien. Así, la lucha contra el mal se ve como parte de vivir la propia fe, no para ganar la salvación sino como una respuesta a la salvación que Cristo nos dio.

Dragón a enfrentar esta semana: el dragón de las afecciones desordenadas.

Consejo para vencer dragones de esta semana: si tus afecciones te inspiran a cultivar carácter heroico e ir por el camino de la virtud, adelante, pero si te apartan de ello, es mejor examinarlo y ver si en realidad está afectando negativamente tu vida. Las afecciones desordenadas son de los dragones más fuertes, dado que disfrazan lo que podría ser la caída personal y la corrupción como algo que necesitas cuando en realidad es algo que quieres, y no son la misma cosa.