El Hobbit y el camino del héroe.

Aprendiendo la diferencia entre ser inofensivo y ser virtuoso.

Imagina por un momento que hay un dragón que está custodiando un tesoro que debes recuperar o conseguir por cualquier motivo, sea por causas altruistas o por tu propio interés personal. Imagina que un dragón está acechando a un pueblo o un reino y si no se le pone un alto muchas personas inocentes corren peligro de morir. Imagina que un dragón te está buscando y quiere matarte o hacerte algún daño. 

El dragón custodia algo que quieres o necesitas y para obtenerlo debes enfrentarlo y derrotarlo o bien es una amenaza para los tuyos o para ti a la que si no enfrentas y derrotas provocará gran sufrimiento, daños o hasta muerte. El orden de los elementos no altera el resultado, escoge el dragón que más te llame la atención en este ejemplo.

Ahora, imagina que para enfrentarlo y derrotarlo, lo que decides hacer es confiar en una sola cosa: como tú eres un caballero o un aventurero noble, bondadoso y puro de corazón y el dragón es malvado, moralmente corrompido y cruel este último de alguna manera la vida o el destino o el cosmos se hará cargo de que sea eliminado del camino o se vaya o se vuelva débil para que ya no represente un peligro como por parte de magia o intervención divina tipo karma sin que tú tengas que hacer nada y tú, por ser moralmente bueno serás recompensado con liberarte del mal que el dragón representa y básicamente no tienes que mover ni un dedo, solo estar tranquilo y ser algo paciente hasta que todo se resuelva.

Habrá quienes este ejemplo les parecerá absurdo, pero lamentablemente no son pocas las personas que creen que, si en la vida se mantienen en el camino de la bondad y la rectitud y se alejan de todo lo que represente maldad, pecado y peligro tendrán la vida resuelta porque la vida recompensa a los buenos por sus buenas acciones y su buen corazón y a los malos los castiga por sus malas acciones y por ser su bancarrota moral. Quizá a veces el castigo y la recompensa no sean rápidos, pero eventualmente el universo le propina a los buenos y a los malos castigos y recompensas proporcionales a lo bueno o malos que han sido y al final, pase lo que pase, los buenos siempre ganan o salen mejor que los malos y tienen la última palabra. 

Las personas que operan su vida con esta serie de ideas, sea de forma consciente o no, también consideran muchas veces por todo lo anterior dicho que no es realmente necesario desarrollar destrezas, actitudes, hábitos, habilidades o el carácter para poder ser alguien capaz de enfrentarse (o al menos defenderse) a la maldad o hasta los problemas y retos mismos de la vida, ya sea que estén representados por circunstancias y momentos difíciles que debemos enfrentar y superar o por personas que, o nos representan obstáculos o son incluso peligros o son hasta hostiles a nosotros o a los nuestros. Son básicamente hombres o mujeres que esperan que el dragón sea derrotado únicamente como castigo que se le da al dragón por ser malo y como recompensa al caballero por ser bueno.

O a veces la situación no es tan exagerada. A veces son caballeros y aventureros que están conscientes que necesitan entrenarse y desarrollar habilidad y carácter para derrotar al dragón pero procastinan o atrasan tanto su crecimiento personal que cuando llega el día en que deben enfrentarse a un dragón se paralizan del miedo dado que no saben cómo derrotarlo. Y este tipo de caballeros y aventureros son peores cuando sabían que en una montaña había un pequeño dragón al que, por ser débil y pequeño, no lo veían como un problema urgente al que enfrentar ni como una amenaza, por lo que lo ignoraron por mucho tiempo pensando que podían postergar el enfrentarlo o entrenar y cuando ven en los cielos al gran monstruo volando y siendo una gran amenaza una mañana que no esperaban lamentan no haber ido a enfrentarlo cuando era del tamaño de un gato. Como muchas cosas en la vida, entre más las ignores más grandes se hacen.

Sin embargo, aunque relacionado, la procrastinación o el ignorar problemas hasta que se vuelven grandes no es realmente lo que venimos a aprender, sino más bien la diferencia entre el ser inofensivo y ser virtuoso, algo que el J. R. R. Tolkien lo explicó de forma impresionante como una de las principales moralejas de su primera gran obra de fantasía épica y una de las más importantes de ese género literario y una de las más bonitas del arquetipo y el camino del héroe: El Hobbit

Muchos es probable que estén familiarizados con el mundo de Tolkien por el gran éxito de los libros de El Señor de los Anillos aunque si somos francos muchos lo conocemos por la épica trilogía de películas de Peter Jackson, consideradas incluso hoy las mejores películas de fantasía épica y, si bien el Hobbit tiene también su saga de películas, nos referiremos mucho más al libro. 

La clásica novela de Tolkien narra la historia de Bilbo Bolsón, un pequeño hobbit modesto y de buen corazón que vive una vida tranquila, cómoda y hogareña sin mayores sobresaltos en el pueblo de La Comarca hasta que un día llega a su casa el mago Gandalf junto con una compañía de 13 enanos liderados por el rey exiliado Thorin, quienes buscan alcanzar Erebor, derrotar al siniestro dragón Smaug – quién aniquiló el reino de su abuelo matando a incontables enanos robando y acaparando su tesoro y su antiguo territorio – con tal de reclamar su reino y recuperar sus riquezas. Los enanos necesitaban de un saqueador experto antes de partir en su aventura e iniciar el largo y peligroso viaje hacia Erebor, por lo que el mago Gandalf logra convencer a los enanos que Bilbo – quien no hace falta mencionar que jamás había tenido experiencia en algo así – es la persona indicada para acompañarlos en el viaje, haciendo que el pequeño hobbit de forma completamente inesperada se vea involucrado en dicha búsqueda, aunque lleno de dudas, miedo, inseguridades y extremadamente reacio y temeroso al peligro y a lo impredecible que es el mundo exterior más allá de su hogar.

En la novela de Tolkien, se describe frecuentemente – pero progresivamente va disminuyendo a medida que avanza la aventura – que Bilbo tiene muchísimo miedo ante los peligros que aguardan su aventura y no está involucrado en dicha búsqueda precisamente por gusto, sino más bien porque sentía un compromiso y una especie de obligación moral con Gandalf, Thorin y el resto de los enanos que, aunque de mala gana, comenzó el viaje inesperado pensando que era su deber ayudarlos y ser parte de la aventura, además debido a que Bilbo quería intentar probarse a sí mismo que era un descendiente digno de los Tuk y que quizá tenía, en algún lugar dentro de él, el potencial de estar a la altura de las hazañas de antaño que habían hecho sus antepasados, conocidos entre los hobbits como de las pocas familias que entre sus miembros había aventureros que destacaron en la historia de La Comarca. Todo lo anterior, sin contar además de que alguien tan respetado y querido como el mago Gandalf – por algún motivo que ni el mismo Bilbo comprendía y que seguramente cuestionaba mucho – veía un enorme potencial y gran capacidad en el pequeño hobbit y le aseguraba a los dubitativos enanos que estaba completamente a la altura de las circunstancias y la aventura. 

Hay varias veces incluso donde a Bilbo se le describe como alguien que está prácticamente aterrorizado ante los peligros que acechan, a veces incluso prácticamente paralizado de miedo y durante su aventura hay no pocas instancias donde pasa muchos momentos estando muy triste, abatido, conflictuado y lleno de dudas e inseguridades por las cosas que se avecinan, y en varias ocasiones, se dice a sí mismo que desearía con todo su corazón volver a la seguridad y la comodidad de su hogar y que desearía nunca haber emprendido su viaje y aventura, porque no se siente capaz de poder enfrentar a los enemigos y los horrores que tendrán que atravesar hasta llegar a su destino y se ve a sí mismo como alguien débil y que no está preparado ni tiene la fortaleza ni la resiliencia suficiente para enfrentar a todo aquello que teme y que le representa un peligro.

Para que acepten incluirlo en su aventura, el mago Gandalf convence a los enanos de que Bilbo es un saqueador de primera clase y un experto ladrón que es capaz de cumplir misiones sigilosas con gran éxito evadiendo y burlando a sus enemigos. ¿Porqué Gandalf le daría a Biblo la responsabilidad de cumplir con las expectativas de transformarse en algo que va, realmente, en contra de su naturaleza y de su experiencia de vida? Porque el mago sabe que Bilbo Bolsón no va a sobrevivir a los horrores que le esperan en su aventura ni podrá ser un héroe si no reemplaza progresivamente su carácter ingenuo e inofensivo por cierta vileza virtuosa que le permita adquirir fuerza, carácter, asertividad, audacia, valor, determinación y resiliencia para confrontar al imponente y siniestro dragón Smaug, no sin antes enfrentar en su viaje a otros enemigos quizá menos poderosos pero igualmente malvados y peligrosos.

A medida que avanza la historia, el pequeño Hobbit se ve rápidamente obligado a enfrentar enemigos, situaciones peligrosas, horrores y obstáculos de los que no puede evadir ni escapar y muchas veces teniendo que hacerlo solo y sin ayuda, obligándose a sí mismo a madurar y aprender a defenderse a él mismo y a los suyos y adquirir poco a poco las destrezas y el carácter para enfrentar sus miedos porque sabe que si no cambia, se mantiene en su zona de confort y se rehúsa a entrar en acción, probablemente morirá o sus amigos y compañeros estarán en gran peligro si falla en su misión como el saqueador de la aventura. Aunque ciertamente no fue algo fácil y claramente el hobbit pasó por momentos muy duros, eventualmente, Bilbo Bolsón llega a convertirse en un auténtico héroe que salva directamente a los enanos de una muerte segura a manos de unas arañas gigantes en el Bosque Negro y las enfrenta con gran valentía y habilidad, demuestra un enorme ingenio para burlar a sus enemigos y salir por su cuenta de situaciones difíciles y planear qué pasos seguir con su grupo, adquiere un enorme respeto y admiración por parte de los enanos – que al principio lo veían como poco más que un hobbit débil e inepto que era más bien una carga para ellos – y termina prácticamente convirtiéndose en su líder en las últimas travesías de su aventura, y, pese a que no llegó a combatirlo con espada en mano o darle muerte en una épica batalla, Bilbo termina confrontando cara a cara al dragón Smaug y, gracias a su valentía y resiliencia adquiridas, logra ser la primera persona en la historia que llega a descubrir cuál era su único punto débil en su coraza, información que él mismo consiguió y que, de no haberla tenido el arquero Bardo que le dio muerte a Smaug, es muy seguro asumir que dicho dragón jamás hubiese sido derrotado y hubiese causado la muerte de incontables inocentes.   

A pesar de todos los cambios que hubo para el final de su aventura, Bilbo no pierde su esencia de bondad y regresa a casa no solo como un hobbit muy adinerado, sino que también adquiriendo un sentido más fuerte de su propia identidad, madurez y una mayor confianza en sí mismo frente el mundo exterior gracias al viaje que realizó junto a los enanos, dejando a su vez para el lector una gran lección sobre los peligros de la avaricia al ver como Thorin termina cayendo y perdiendo su esencia consumido por ésta, aunque eso, queridos caballeros y aventureros, será un tema para otra ocasión.

Uno podría pensar que una historia así suena un tanto cliché – después de todo fue publicada en 1937 – y que tampoco pareciera ser material de epifanía o de dar una profunda reflexión sobre la vida o algo por el estilo… pero creo que Bilbo Bolsón tiene algo especial que lo hace único entre los héroes de fantasía épica.

The Hobbit, a diferencia de muchísimas historias de heroísmo, cuenta con un protagonista que es muy distante al estereotipo que solemos imaginar para esas épicas: generalmente, los héroes de muchas de estas historias son o personajes que ya tienen una serie de aptitudes propias de dicho rol – tienen confianza en sí mismos, tienen un espíritu aventurero, tienen fuerza y habilidades físicas, un código moral sólido, son valientes y determinados, tienen una gran resiliencia y a veces hasta son los elegidos de alguna profecía o tienen poderes especiales que les dan ventajas – siendo su arco y conflicto de personajes adquirir experiencia para poder enfrentarse a los villanos, aprender a ser más humildes y aprender a resistir quebrantar su código moral frente a la tentación, el miedo o la ira. Y otras veces, el personaje tiene todas las aptitudes necesarias pero solo le falta tener algo de confianza en sí mismo para que haga lo imposible y eso es el conflicto y el arco de personaje.

Otros personajes heroicos tienen un desarrollo relativamente vacío adrede para que al lector le sea más fácil identificarse con estos y sentir que los encarna a través de la aventura, dado que el personaje tiene una personalidad tan genérica que el lector llena el resto de sus cualidades, pensamientos y actitudes poniéndose en sus zapatos.

Pero Bilbo era un personaje muy diferente: un protagonista bondadoso y noble pero sin experiencia alguna en un escenario de aventura y peligro, débil y sin muchas habilidades de corte físico, francamente un tanto cobarde al menos al principio, inseguro, lleno de miedos y dudas, muchas veces sus temores lo dominan y en el universo literario de Tolkien pertenece una raza de seres que la mayoría encontraría absurdo que fueran héroes de una épica. Y aún así… con todo esto en su contra, Bilbo Bolsón paulatinamente se llega a convertir en el héroe de su aventura y tiene un desarrollo y un arco de personaje creíble. Creo que es por eso que, aunque en El Señor de los Anillos su sobrino, Frodo Bolsón, carga una responsabilidad y una misión mucho más grande y se enfrenta a un peligro y un villano mucho más poderoso que Smaug y lo que está en juego en su historia es mucho más grande que lo que había en la aventura de Bilbo, Frodo tiene un espíritu aventurero, interés por el mundo exterior y casi desde el principio tuvo una relativa fortaleza y valentía de hierro para ser, básicamente, la pieza clave para derrotar al señor oscuro Sauron llevando el anillo único a ser fundido en Mordor. Si Frodo no es un héroe de acción en dicha historia, básicamente es porque las limitaciones físicas de ser un hobbit lo detienen, pero es un héroe mucho más tradicional que Bilbo y, aunque ciertamente pasa por momentos muy duros y dolorosos en su propia épica, no cuenta con un desarrollo y arco de personaje tan completo y sorprendente como el de su tío Bilbo, que incluso su mismo sobrino, si lo hubiese conocido al inicio de su aventura con los enanos, probablemente lo habría considerado un cobarde.

Hay muchos factores, pero hay uno en particular que hace a la historia de Bilbo tan interesante para el crecimiento personal… Bilbo llega a comprender más temprano que tarde que para sobrevivir en la vida lastimosamente no es suficiente ser un buen tipo y tener un corazón noble, hay que ser competente y desarrollar la fuerza y la resiliencia para poder enfrentar a la maldad, o al menos para defenderse de ella. Y, para poder desarrollar esa fuerza y resiliencia, es necesario que una persona se convierta en no solo alguien fuerte, sino que también en alguien que es peligroso y con quien no le conviene a los malos meterse, porque saben que es capaz de responder a sus agresiones y quizá hasta terminen siendo destruidos. Los buenos necesitan que los malos les teman para disuadirlos de hacer maldades o que duden seriamente de poder ganar un enfrentamiento contra ellos, algo que si no los hace replantearse atacar los hace perder confianza y en su temor o desesperación bajan la guardia y revelan sus puntos débiles o cometen una insensatez que puede ser aprovechada durante un enfrentamiento. Y pocas cosas hacen que un villano baje más la guardia que enfrentarse a alguien a quien subestiman su fuerza y capacidad de causar daño. 

En ese camino, los buenos, antes de convertirse en héroes, deben abrazar cierto lado oscuro o cierta malicia para convertirse en seres peligrosos y con capacidades ofensivas de cuidado. Pero, a diferencia de los malos, los héroes son virtuosos por usar su peligrosidad y potencial destructivo y ofensivo de forma asertiva para protegerse a ellos mismos y a los suyos, hacer el bien, defender a las personas y luchar contra los malvados y la injusticia. Y a veces, los héroes, para poder tener lo necesario para batallar a los villanos y ser un enemigo competente, no siempre le será posible seguir el código moral o las reglas al pie de la letra, y habrá momentos donde tendrán que quebrantarlas, irónicamente, para alcanzar el mayor bien, o en su defecto, los héroes a veces tienen que emular ciertos aspectos de los villanos para poder ser capaces de enfrentarlos, pero sin corromper sus códigos morales.

El famoso psicólogo Jordan Peterson, al analizar a Bilbo Bolsón y su arco de personaje, expresa una verdad bastante cruda: hay una diferencia muy grande entre ser alguien bueno o virtuoso y ser alguien inofensivo. Un conejo es un ser inofensivo, uno que no ataca ni presenta un peligro para nadie y que en la inmensa mayoría de casos solo es capaz de huir o paralizarse del miedo ante un depredador, pero que carezca de una naturaleza agresiva o confrontativa no lo hace bueno ni virtuoso. Bilbo al comenzar era inofensivo, no virtuoso, y es hasta que aprende a desarrollar un carácter heroico y su crecimiento personal que se transforma no solo en un ser capaz de defenderse, sino que también en alguien virtuoso que usó sus nuevas habilidades y carácter para el bien y contra el mal.

Tener los principios morales de la bondad es solo la mitad del camino, porque la segunda mitad necesaria para alcanzar la virtud es tomar acción y desarrollar las capacidades para enfrentar al mal y luchar por el bien.

J. R. R. Tolkien a su vez era un autor conocido por ser un católico devoto y mucho de su fe y valores están en las obras de El Señor de los Anillos y el Hobbit, aunque de forma bastante implícita. C.S. Lewis, quien escribió los libros de las Crónicas de Narnia y fue un cercano amigo de Tolkien, era mucho más directo con la promoción de su fe cristiana a través de sus historias de fantasía épica con un fuerte uso de la alegoría donde es bastante claro que personajes como el león Aslan son alegorías a Jesús.

Lewis también fue un autor grande por méritos propios y fuera de las Crónicas de Narnia escribió algunos de los mejores libros de apología cristiana para principiantes como Mero Cristianismo o Cartas del Diablo a su Sobrino que sirven como brillante introducción a teología y una guía hacia las bases de la fe cristiana y sus creencias desde un punto de vista más filosófico que recomiendo. Tolkien de hecho tuvo un papel muy importante en inspirar a Lewis (quien era ateo) a convertirse al cristianismo, pero aunque el autor de El Hobbit era católico no le gustaba usar la alegoría como herramienta narrativa (de hecho no le gustaba la interpretación popular de la época donde muchos vieron alegorías acerca de la Segunda Guerra Mundial en la historia de El Señor de los Anillos) y si bien reconocía que sus famosos libros de fantasía eran obras fundamentalmente cristianas y católicas, prefería mucho más que los temas relacionados a la fe en la historia fueran muchos más implícitos y que las personas pudieran deducirlos, algo que se tradujo a cierta sutiliza que permitió que esos libros sean disfrutables hasta por personas sin afiliación religiosa.

Y aunque menos presentes que en la trilogía de El Señor de los Anillos, the Hobbit tiene también varias temáticas católicas de forma implícita, en particular un claro mensaje contra el materialismo (no solo en términos codicia y avaricia por el dinero y las riquezas, sino que también relacionados a intensos apegos y aferros hacia creencias, objetos, acciones o personas que vemos como indispensables a nuestra felicidad) y las consecuencias que tiene en la corrupción moral y hasta mental de una persona, sino que también aparte del camino del héroe que hemos discutido a profundidad también está el tema de la divina providencia, pues la historia está llena de pequeñas coincidencias o “suerte” que terminan conduciendo a un propósito mayor a Bilbo y a los otros personajes en su aventura, como el mapa mostrando sus secretos a la luz de la luna correcta en esa misma noche que llegaron con Elrond, Bilbo estando en el lugar correcto para no solo encontrar el anillo sino que también perdonar la vida de Gollum – dos cosas que muchos años después fueron clave para la derrota de Sauron – o que Bilbo logre ver que Smaug tenía una debilidad en su coraza que nadie más había visto y así podemos seguir.

Pese a su rechazo inicial, inseguridad, miedo al cambio y salir de la comodidad, seguridad y lo predecible de su hogar y sentir que no era capaz para la tarea que se le encomendó Bilbo es elegido para cumplir con un propósito donde al final de su aventura se ayuda a sí mismo ayudando a los demás, con los dos propósitos de Bilbo y los enanos estando entrelazados y donde hay una mano invisible que trabaja tras bambalinas de formas misteriosas que tiene en mente el mejor bien no solo de Bilbo, sino que también de Tierra Media y donde todos, hasta las personas más débiles y pequeñas, podemos hacer la diferencia en cambiar el curso de la historia, aprender a ser héroes y jugar un papel importante de forma en que quizá subestimamos el impacto que podemos tener en las personas y el mundo.

Cómo decía Gandalf: “¿No supones en realidad de que todas tus aventuras y escapes fueron logrados por mera suerte, solo por tu propio beneficio?”

Algo que se sabe desde tiempos remotos y hasta hoy ese hecho no ha cambiado, es que la mejor forma en que las personas aprenden es a través de las historias y no importa ni la cultura, ni el lugar o la época: creo que desde que tengo memoria siempre he sido aficionado a las historias de ficción, la fantasía, la ciencia ficción, los universos narrativos y literarios, las novelas, las películas, los videojuegos y las ocasionales series. Y la verdad, aunque ciertamente hay entretenimiento vacío, como dice Jordan Peterson, los relatos pueden usarse como símbolos de cualquier proceso de cambio drástico experimentado por una persona o sociedad (estabilidad, caída en el caos y restablecimiento de la estabilidad) y pueden proveer a ese proceso una realidad multidimensional, un contexto, un significado potente y una motivación. 

Por varios motivos de la tradición histórica, la imagen del dragón ha sido usada en muchas culturas y como una criatura con un significado de peligro pero a la vez de esperanza, en una comunión que representa lo desconocido y el potencial que conforma el mundo.

Los dragones son seres en extremo peligrosos, a menudo muy grandes o a veces incluso de un tamaño masivo que, como dice Smaug en El Hobbit: sus corazas son tan fuertes como diez escudos, sus dientes son letales como espadas, sus garras afiladas como lanzas, el impacto de sus colas es un rayo, sus alas son un huracán y su aliento de fuego es mortal si las flamas alcanzan a la víctima. Algunos dragones se comportan básicamente como animales salvajes que son agresivos y territoriales por instinto, mientras otros son seres tan inteligentes como los humanos, algunos capaces incluso de poder comunicarse con ellos y varios son seres genuinamente malvados y sádicos, como el caso de Smaug.

Los dragones, en muchas historias y épicas, custodian un gran tesoro en su guarida acaparando grandes cantidades de oro y piedras preciosas, otras veces son custodios de una doncella atrapada en su territorio y otras veces son o también son criaturas que atacan y aterrorizan a un pueblo o un reino. Derrotarlos es difícil y conlleva una enorme cantidad de peligros, pero los individuos y los héroes lo bastante valientes para decidir desafiar al dragón en su guarida, si logran triunfar y derrotarlo, tendrán no solo la garantía de que serán completamente libres de su amenaza y terror, sino que también regresarán a casa siendo mejores personas y tendrán acceso a incalculables riquezas: hora por el tesoro, hora por la mano de la doncella, hora por el reconocimiento y admiración de su pueblo, todo siendo producto del desarrollo de la personalidad que siempre genera la aventura. Y ese desarrollo, sencillamente es imposible si no se sale de la zona de confort y de lo que estamos familiarizados y conocemos.

Peterson describe que Bilbo en parte se vio forzado a desarrollar esas nuevas habilidades que nunca antes había cultivado o desarrollado porque no eran necesarias en el contexto seguro y cómodo de su hogar o porque eran vistas como inmorales en el contexto cultural en el que vivió.

Y el que se atreve, gana; y sino, muere. Y, como Bilbo Bolsón lo demostró en la historia de Tolkien, aún si el héroe no derrota directamente al dragón, puede ser de una ayuda invaluable para su caída, quizá incluso la clave. Incluso los que no llegan al final de la historia clavando su espada en el corazón del dragón, terminan siendo héroes que jugaron un papel clave en la aventura y en la derrota del mal, terminando su historia y viaje como mejores versiones de sí mismos y logran una evolución virtuosa de los hombres que eran cuando empezaron.

Jordan Peterson describe que este tipo de épicas tienen en sus mensajes la esencia de la antigua máxima alquímica: in sterquilinis invenitur, lo que en español quiere decir “en la mugre se hallará”. Y ¿eso qué quiere decir? Que lo que más falta te hace y necesitas estará donde menos ganas tengas de buscar. Solo aceptando el peligro, lo desconocido y lo que no nos es familiar, las situaciones incómodas, la confrontación, la realidad de que a veces habrá dolor y sufrimiento en el camino y habrá veces en que no se puede evitar y que habrá veces en las que tendrás que enfrentar algunas cosas solo, es que se puede progresar y evolucionar como personas y obtener las destrezas, el valor y la fortaleza necesaria para llegar a derrotar al dragón.

En otras palabras, salir de la zona de confort o de las antiguas creencias es incómodo, desagradable, a veces incluso doloroso, nadie quiere hacerlo precisamente con gusto y la gente prefiere lo que es familiar, lo que es cómodo y es fácil… pero en el cotexto de la historia de Bilbo, permanecer en la seguridad y comodidad de La Comarca y no experimentar el dolor, la incomodidad y los momentos más desagradables de cambiar era nunca haber llegado a ser un héroe y una mejor versión de él mismo que habría logrado con ese viaje y de regalo, un montón de gente quemada por el aliento de fuego de un dragón que nadie sabe cómo derrotar.

Peterson menciona que quedarse congelado, huir y ocultarse tal vez solucione el problema hoy, ocultando a la persona que en estos momentos es la presa, pero el depredador seguirá vivo mañana, y aún si logras evadirlo toda tu vida, será a costa del hecho de que jamás llegarás a ser el hombre que te podrías haber convertido si hubieses decidido emprender una transformación voluntaria a través de la muerte y el renacimiento de tu propio ser… el cambio necesario.

Y eso, como el mismo Peterson lo dice, es un mensaje totalmente católico:

La analogía con el cristianismo es obvia y el mensaje, en esencia, es el mismo: el alma dispuesta a transformarse cuanto haga falta es el enemigo más poderoso contra las diabólicas serpientes de la ideología y el totalitarismo, en sus formas personales y sociales.

Una personalidad sana, dinámica y, por encima de todo, sincera admitirá los errores. Se prestará a desprenderse de las percepciones, los pensamientos y los hábitos anticuados, o a dejarlos morir, pues son óbices para el éxito y el crecimiento ulterior. Esta es el alma que permitirá que ardan sus antiguas creencias —⁠aunque muchas veces duela⁠— para que puedan revivir y avanzar renovadas. Esta también es el alma que transmitirá lo aprendido durante ese proceso de muerte y renacimiento a fin de que otros puedan renacer con ella.

Y como otro dato interesante, si bien la historia tiene paralelos con historias de otras épocas y culturas, la leyenda de San Jorge y el dragón, que es base de las historias medievales sobre dragones que conocemos, es muy ligada al catolicismo y la imagen que tenemos de ese santo, recordando el deber del carácter heroico que tenemos que desarrollar y la lucha contra el mal y a favor del bien y la justicia.

Creo que no hay – y si hay deben ser muy pocas – historias a lo largo y ancho de la historia y las culturas donde el héroe haya ganado sin hacer nada solo porque es bueno y el malo haya perdido y sus planes hayan fallado automáticamente solo porque es malo o historias donde la moraleja sea que hay que ser bueno y seguir un código moral pero que no hay que tomar acción alguna en contra de los malos o defender a los buenos o incluso a uno mismo porque al tener el alma sucia el karma solito se va a encargar de ellos. Se le mire por donde se le mire, no hay historias de buenos contra malos ni de héroes contra villanos donde los protagonistas y sus amigos hayan brillado por la inacción y que sus únicas armas hayan sido tener un corazón bondadoso y, a lo mucho, regañar a los malos por ser malos.

Sin duda, el dragón Smaug era un ser malvado y muy peligroso, pero si Gandalf, Thorin, Bilbo y compañía se hubiesen quedado fumando tabaco en La Comarca y comiendo pasteles esperando que las cosas se resuelvan solas y que Smaug muera, se vaya de Erebor o se vuelva bueno y que los enanos recuperen su reino y su tesoro solo porque ellos son buenos y Smaug es malo, Smaug probablemente habría seguido aterrorizando los alrededores de la Montaña Solitaria, aniquilando inocentes y durmiendo cómodamente sobre los tesoros robados a los enanos. Y no hablemos del villano de la trilogía del Señor de los Anillos del mismo Tolkien que continúa la historia, donde el señor oscuro Sauron representa un mal mucho más poderoso y siniestro que Smaug que si no es detenido por los héroes significará la ruina de toda Tierra Media y provocará incontables muertes y sufrimiento.

Todos estos héroes – desde las historias bíblicas, poemas épicos como Beowulf hasta las novelas de fantasía de Tolkien y los superhéroes de Marvel – representan, como dice Jordan Peterson, tal vez el mayor descubrimiento de nuestros ancestros primitivos: si posees la visión, la convicción en el bien, y la valentía (y un buen garrote, cuando hace falta), puedes ahuyentar a las serpientes más atroces.

El famoso actor de películas de kung fu, Bruce Lee, lo supo decir hace mucho tiempo cuando dijo “esperar que la vida te trate bien porque eres buena persona, es como esperar que un tigre no te ataque porque eres vegetariano” y lo sabía Edmund Burke cuando dijo “lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”.

Jordan Peterson menciona que si no tienes la capacidad para la crueldad y el daño, serás víctima de las personas que sí lo son. Obviamente, manteniendo una alineación a la bondad, pero tener la capacidad de ser agresivo y confrontativo y no serlo es mejor que no ser capaz de serlo. Como en las artes marciales, menciona Peterson, mucha de la filosofía se basa en que, entre más bueno seas para pelear, irónicamente menos necesitarás hacerlo, porque los malvados de poca monta inmediatamente retrocederán al enfrentarse con alguien con la confianza y la asertividad para hacerles frente y los malvados que son más fuertes se enfrentarán a alguien que les devolverá los golpes y tendrán la incertidumbre de que no saben a ciencia cierta si podrán ganarles.

Cómo decía el señor Miyagi en Karate Kid parte 3, está bien perder contra un oponente, pero no perder contra el miedo.

Dragón a enfrentar esta semana: el dragón del miedo al cambio.

Consejo para vencer dragones de esta semana: Para sobrevivir en la vida y enfrentar a un dragón lastimosamente no es suficiente ser un buen tipo y tener un corazón noble, hay que ser competente y desarrollar la fuerza y la resiliencia para poder enfrentar a la maldad, o al menos para defenderse de ella. Y, para poder desarrollar esa fuerza y resiliencia, es necesario que una persona se convierta en no solo alguien fuerte, sino que también en alguien que es peligroso y con quien no le conviene a los malos meterse, porque saben que es capaz de responder a sus agresiones y quizá hasta terminen siendo destruidos. Si piensas que la vida te recompensará quitando de tu camino los obstáculos y peligros porque eres buena persona, comienza a entrenar con la espada y deja ir esas creencias, porque tarde o temprano el dragón te derrotará si esperas que cuando llegue le caiga un rayo como castigo por ser malvado.

Y si en tu vida haz logrado evadir los dragones, puede ser por suerte, puede ser que sea porque lógicamente al hacer el bien y evitar hacer cosas malas haz logrado mantenerte relativamente alejado del peligro y de los malos y por tu falta de malicia no tienes enemigos o muy pocos, puede ser ciertamente que Dios ha cuidado de tus pasos y ve la bondad en tu corazón, puede ser que haya personas con las habilidades, competencias y carácter que tú no haz desarrollado que estén protegiéndote y velando por ti que mantienen a los dragones lejos a veces sin que lo notes, pero esa gran cantidad de factores no durarán para siempre y en algún momento un dragón llegará a tu pueblo y amenazará a los tuyos o a ti o será el gran obstáculo para alcanzar lo que necesitas o quieres. No contar con las competencias, el carácter y la voluntad de enfrentar no solo al mal, sino a las situaciones difíciles en la vida donde se demandará que tomes acciones tanto a nivel interno como externo harán que nunca llegues a alcanzar ni el desarrollo ni el crecimiento personal que podrías haber alcanzado.

Abandonar las antiguas creencias y la zona de confort y la evasión a los problemas y al conflicto puede doler y costarte algo de ti, pero es muy poco a comparación con todo lo que puedes ganar.